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Con frecuencia encontramos en Calderón tanto atildamiento artístico en la disposición de su plan, que el argumento de la obra nos parece una reunión de sumandos, y el poeta el operador que los junta en una suma total; todas las partes de este todo son tan pulidas y redondeadas, que se nos antojan proposiciones diversas de una argumentación escolástica para demostrar una tesis especial; las diversas escenas son de proporciones tan exactas y tan matemáticas, tan simétricas y paralelas, que las agrupaciones, bien calculadas, á la verdad, pero tan salientes de sus personajes, evocan en nosotros el recuerdo de pinturas decorativas; las figuras van y vienen con cierto paso de parada, como obedeciendo á la voz de mando del autor.

En efecto, no hace mucho que un filósofo ha clasificado las comedias españolas en tres clases, fundado en las tres ideas capitales, que así dominan en la tierra como en el cielo. Las comedias de capa y espada, representan la tesis; las heróicas, la antítesis, y las divinas, la síntesis; ó, en otras palabras, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

No estamos tal insistió Glocester, que no quería en presencia de don Fermín sostener su tesis de la escasa religiosidad de la Regenta. Tuvo habilidad para llevar la disputa al terreno filosófico, y de allí al teológico, que fue como echarle agua al fuego. Aquellas venerables dignidades profesaban a la sagrada ciencia un respeto singular, que consistía en no querer hablar nunca de cosas altas.

Por fortuna, ningún caballero que tuviese el apellido de Vargas asistió jamás a la tertulia de Rafaela, y D. Joaquín pudo sostener su tesis, poco lisonjera para los Vargas, sin promover el menor altercado.

El señor deán se propuso contar lo ocurrido y no probar ninguna tesis, y anduvo atinado en no meterse en dibujos y en no sacar moralejas.

No es cierto; yo debo decirte ahora la verdad, Ricardo; ¿a qué engañarte?... ya no hay objeto: ¡he llorado como un tonto! ¿Has llorado?... ¿Por qué...? ¡Qué yo!... Ese nocturno me hizo llorar. La tesis de Tolstoy en la Sonata de Kreutzer... ya ves si hay músicas que no deben tocarse así no más. Pero a Lorenzo le ha hecho bien; ya está curado. ¿Cómo así?...

También vino a colación allí lo que ya empezaba yo a echar de menos en boca de la hermana de Neluco; la tesis a que tan acostumbrado me tenían las buenas gentes de aquellos valles: si me iba gustando la tierra de mis mayores; la diferencia que hallaría entre aquellas soledades y las grandezas y diversiones a que estaría avezado en Madrid... y, por último, la lástima que sería que no tomara al valle la buena ley que él se merecía; porque, muerto don Celso, que por muerto había que darle ya, Tablanca se quedaba sin padre y sin sombra de amparo. ¡Y si supiera yo bien lo que valía esa sombra en aquel pueblo, y lo que venían valiendo otras como ella desde tiempos muy remotos!

Yo gozo todos los días tanto o más de lo que has gozado hoy... Siguió desenvolviendo con brío su tesis nuestro farmacéutico, mientras caminaban hacia la Puerta del Sol. Miguel había concluido por guardar silencio, escuchando con placer y curiosidad aquellas peregrinas teorías.

El método favorito de la tesis, la antítesis y la síntesis lo empleaban para demostrar que Alemania debía ser señora del mundo; que Bélgica era la culpable de su ruina por haberse defendido; que la felicidad consiste en vivir todos los humanos regimentados á la prusiana, sin que se pierda ningún esfuerzo; que el supremo ideal de la existencia consiste en el establo limpio y el pesebre lleno; que la libertad y la justicia no representan mas que ilusiones del romanticismo revolucionario francés; que todo hecho consumado resulta santo desde el momento que triunfa, y el derecho es simplemente un derivado de la fuerza.

Sea de todo ello lo que debe ser, y prescindiendo de la tesis, si en Nieve y cieno es lícito traslucir que la hay, bien puede asegurarse que dicha novela es de muy grata y apacible lectura hasta que ocurre la tragedia con que termina.