United States or Falkland Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


La bullanga se hace en nombre del partido exaltado; pero ¿no presumen ustedes quién es el verdadero autor de este movimiento? ¡El Rey, el Rey! dijeron con terribles voces todos los que estaban allí reunidos. Pues es preciso recibir á esos miserables como merecen. Lo mejor es huir; no nos hallarán aquí, y punto concluido dijo otro.

Todo lo sabían aquellas criaturas, a pesar de sus pocos años, como si al cogerse al pezón de la nodriza hubiesen comenzado a hojear el primer libro. Sus juicios resonaban terribles, inexorables, concisos, capaces de hacer temblar de pavor las mesas del café. Casi todos los escritores españoles eran atunes, besugos o percebes: género marítimo que sólo podía gustar a paladares groseros.

Y mascullando sus terribles profecías, el pastor se alejó detrás de sus ovejas, camino del pueblo, mientras aconsejaba al pobre Batiste que se marchase también, pero lejos, muy lejos, donde no tuviera que ganar el pan luchando contra el odio de tantas miserias coligadas. Invisible ya, hundido en las sombras, Batiste escuchó todavía su voz lenta y triste: Creume, fill meu: ¡te portarán desgrasia!

Quevedo miraba de hito en hito á doña Catalina, que de hito en hito le miraba también. Entrambos estaban transfigurados, fuera de sus condiciones ordinarias. El rostro, la mirada, la actitud de Quevedo eran terribles; no era el mismo hombre que doña Catalina conocía; hasta su lenguaje, aquel lenguaje artificial, tan usado por él, había desaparecido.

Huyó despavorido, como huían casi todos los chicuelos cuando les acariciaba el doctor. ¡Qué horrible fama la suya! Los curas de la población hablaban de él con terribles aspavientos. Era un impío, un excomulgado. Nadie sabía ciertamente qué alta autoridad había lanzado sobre él la excomunión; pero era indudable que estaba fuera del gremio de las personas decentes y cristianas.

Pero ya no puedo más: mi conciencia se vuelca como una urna llena que se cae... así, así; y afuera todo... me absolverás cuando me oigas, ¿verdad? Di que ... Hay momentos en la vida de los pueblos, quiero decir, en la vida del hombre, momentos terribles, alma mía. lo comprendes... Yo no te conocía entonces.

Asimismo rodeaba mi cabeza complicado turbante de trapos que olían a ungüentos y vinagre, y mi débil y extenuado cuerpo sentía por aquí y por allí terribles picazones. El lecho en que yacía tan incómodamente ocupaba el rincón del cuarto, el cual era de ordinarias dimensiones, con blancos muros y suelo de ladrillos, mal cubiertos por una vieja y acribillada estera de esparto.

De pronto se sintió enfermo. El médico, un joven recién llegado de Santiago, atribuyó su dolencia á los excesos alcohólicos; pero él creía saber mejor que este chileno presuntuoso cuál era la verdadera causa de su enfermedad. Dormía mal y su sueño estaba cortado por terribles visiones.

Al mismo tiempo escucharon arriba rumor de pasos y una voz áspera que dejaba escapar terribles interjecciones y amenazas. Cuando los pasos tomaron la dirección de la escalera, Rosa exclamó acongojada: ¡Que me mata mi padre, D. Andrés; que me mata mi padre! Y con rápido movimiento se echó fuera de casa, arrastrando consigo al joven.

Este ruido cesó a una señal imperiosa del domador, que con su instrumento de viento en el brazo izquierdo se acercó a una escalera de mano próxima a la entrada, subió dos o tres peldaños, tomó una varita y señalando las monstruosas figuras pintarrajeadas en los lienzos, dijo con voz enfática: Aquí verán ustedes los osos, los lobos, el león y otras terribles fieras.