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Después, cuando Aresti estaba próximo á terminar su carrera, ocurrió la muerte del señor Juan.

»Hay tal revelación de recóndita onomatopeya entre este sujeto así plasmado en aquel ambiente todo nuestro, y el estado de su ánimo ante la metamorfosis que el alcohol por una parte, el contagio moral por otra y su indudable receptividad psíquica han producido en él, que al terminar uno la lectura del capítulo, se queda inconscientemente en una actitud análoga, con la vista clavada en un punto del espacio y una sonrisa de aplomo dibujándose en los labios.

Este distrito, sumamente llano, tiene pocas montañas á pesar de su mucha extensión. La principal cordillera tiene su origen en los montes de Craan, próximos á punta Bacud, se extiende formando un semicírculo hasta terminar en la ensenada de Linao.

Era el balazo de revólver, el tiro de gracia que daba fin á sus angustias de ejecutada. ¡Pobre Freya, guerrera implacable y loca de la batalla de los sexos!... Había pasado su existencia odiando á los hombres y necesitándolos para vivir, haciéndoles todo el mal posible y recibiéndolo de ellos con triste reciprocidad, hasta que al fin venía á perecer á sus manos. No podía terminar de otro modo.

Pero el hombre no es dueño de alterar los decretos de la Providencia, y muslimes y cristianos tienen que terminar forzosamente la obra para que fueron conducidos á acampar frente á frente en las fértiles llanuras de España.

Algunos se fueron antes de terminar el baile, viejos en su mayoría a quienes hacía daño el trasnochar. Entre las damiselas hubo la agitación y el movimiento que precede siempre al cotillón. En esta última etapa el baile adquiere un aspecto de recreo familiar muy grato.

Actores famosos de la época de Lope de Vega. Para terminar esta parte de nuestra obra, fáltanos sólo dar á conocer los actores y actrices más famosos de la época de Lope de Vega, y el influjo que ejerció el teatro español, en este mismo período, en los demás teatros de Europa.

Tomad, Marta, recuperad esta prueba. Guardadla muy bien. Ahora, marchaos; yo me quedo aquí, para terminar asuntos importantes. Estaré a vuestro lado a mediodía. Marta tomó a su hija de una mano y a Federico de la otra, conduciéndola así hasta el coche que estaba en la puerta del castillo. La viuda lanzó un grito de alegría al ver a Catalina, que estaba parada en el camino, junto al carruaje.

Nada le importaba Andresito; pero a pesar de esto, sentía cierta satisfacción pensando que estaba a sus espaldas viéndolo todo. ¡Proporciona tanto gusto hacer sufrir...! El poeta sufría como uno de los condenados de aquel poema de Dante, cuya lectura nunca había podido terminar.

El cura, al terminar su descripción, tenía el rostro tan inflamado que daba miedo. Algunas gotas de sudor le salpicaban la frente. Se le había caído la servilleta, que estaba prendida por una punta al alzacuello. Habrán cogido ustedes muchos prisioneros dijo Andrés. ¿Cómo nosotros? repuso el tío con acento irritado. Yo no he sido nunca militar... ¡ni ganas!