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Pues a que no se ponen delante de mi, y abren el Tácito, o el Terencio, y traducen el pasaje que yo les señale?

COMEDIA. Los tiempos mudan las cosas Y perfeccionan las artes; Y añadir á lo inventado, No es dificultad notable. Buena fuí pasados tiempos, Y en éstos, si los mirares, No soy mala, aunque desdigo De aquellos preceptos graves, Que me dieron y dejaron. En sus obras admirables Séneca, Terencio y Plauto, Y otros griegos que sabes.

Llevados del mismo propósito de introducir en España los antiguos modelos clásicos, publicó Pedro Simón de Abril, casi contemporáneo de las tragedias de Bermúdez, imitaciones del Pluto de Aristófanes, de la Medea de Eurípides, y de todas las comedias de Terencio, y tradujo D. Luis Zapata el Arte poético de Horacio, y Juan Pérez de Castro la de Aristóteles .

Lo trágico y lo cómico mezclado, Y Terencio con Séneca, aunque sea Como otro Minotauro de Pasifae, Harán grave una parte, otra ridícula, Que aquesta variedad deleita mucho. Buen ejemplo nos da naturaleza, Que por tal variedad tiene belleza.

He aquí lo que dice en su égloga á Claudio: «Débenme á de su principio el arte, Si bien en los preceptos diferencio Rigores de Terencio, Y no negando parte A los buenos ingenios tres ó cuatro Que vieron las infancias del teatro, Pintar las iras del armado Aquiles, Guardar á los palacios el decoro, Iluminados de oro Y de lisonjas viles, La furia del amante sin consejo, La hermosa dama, el sentencioso viejo.

Holgara se hallaran en vulgar comedias tan bien escritas, que os ministraran exemplo para cualquiera de las personas que se suelen introduzir, por no remitiros á las de Terencio y Plauto.

Mena, Envio, Pacunio y Livio español, escribió la poesía antigua; la media, Garcilaso, que pulimentó sus versos, y describió las selvas y los amores pastoriles, y Lope, por último, la nueva, y es nuestro Marrón y nuestro Ovidio, porque tal es su nombre, no el de Terencio, puesto que la naturaleza lo ha hecho Marrón y Ovidio.

Algunas, aunque escasas tentativas, se hicieron, á la verdad, para escribir dramas á la manera de los antiguos; acaso sean los únicos ejemplos El Pompeyo, de Cristóbal de Mesa, y la imitación del Hypolito de Eurípides, de Esteban Manuel de Villegas; las traducciones de antiguas tragedias y comedias, como La Medea de Eurípides, y las comedias de Terencio de Pedro Simón Abril, han de calificarse más bien de trabajos filológicos, que como ensayos para imprimir una dirección determinada al gusto de la nación.

Pero el foco de donde partía el ataque, era en extremo absurdo; siempre el desventurado Aristóteles, siempre son las tres unidades las que se invocan; entre las críticas que hacen de Lope, descuellan la de que no es Plauto, ni Terencio, ni Séneca, que menosprecia la dignidad sensata del estilo trágico, confundiendo sin mesura lo cómico con lo trágico.

Pero Moratin habla como poeta, y no piensa que pueda haber una sociedad que busque, en las pocas memorias coevas, tradiciones ciertas de su infancia: porque en este caso los defectos que ridiculiza le hubieran parecido otras tantas recomendaciones. Si algo falta al autor de la Argentina es la nimiedad escrupulosa, que tanto desagrada al Terencio español.