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He perdido dos hijos que eran mi encanto: el uno de cuatro años, el otro de once. Pero su dolor de usted no puede ser como el mío. Yo padre, no me parezco á los demás padres, porque mi hijo no es como los demás hijos: es un milagro de sabiduría.... ¡Ay, D. Juan, Don Juan de mi alma, tenga usted compasión de !

Hasta la vista, caballero y señora. Y mi mujer me decia en voz baja: , como tenga que esperarnos, bien tendrá tiempo de echarse en remojo. Bajamos sonriéndonos la brillante escalera, y hénos otra vez en la calle, camino del paseo del Palacio Real. Al incorporarnos á un obrero que venia hácia nosotros con su mujer, oigo que aquel hombre la dice: ¡Parbleu!

¿Pues entonces quién es la persona de quien dice que debo salvarme? Yo no quiero salvarme de nadie. La buscaré y nos veremos las caras. No se exalte usted, señor Pedro Lobo replicó la dueña . No hay motivo ni posibilidad de que usted tenga nuevo lance. El aviso de mi señora se funda.... ¿En qué se funda?

Eso es Fermín; un soldado, un combatiente de la buena causa, y se le deben dispensar ciertas cosas, porque las necesidades de la campaña le obligan á vivir fuera de su mundo... Pero ya verás cómo cambia, cómo sienta la cabeza el día que tenga á su lado una esposa cristiana, buena y virtuosa. ¿Sabes por qué le miran con tanto agrado tus amigas? Porque están seguras de su porvenir.

Por consolarse decia para esta enamorada Babilonia: Menester es que tenga este hombre atestada la cabeza de negocios, pues aun en el lance de gozar de su amor piensa en ellos.

Viceversa, lo que una religión tenga de elevado y propio del más alto desenvolvimiento del espíritu, no podrá comprenderlo; y le pasará por elevación al niño y al pobre de espíritu, como aconteció en el experimento de los jesuítas, que elaboraron autómatas cristianos en las Misiones. "Los chinos agasajan de preferencia a los dioses del mal, dice Beauvoir.

Soy yo, su viejo amigo, el más desgraciado, el más respetuoso de todos sus amigos. No tenga usted miedo; no tema nada, ni siquiera que le dirija ningún reproche. En París estaba loco, pero el viaje me ha cambiado. Soy un padre que viene a consolarla. No se mate usted; ¡yo me moriría! Aquí se detuvo, se calló y escuchó. No oía más que los latidos de su corazón.

Lo procuraré ... Tenga usted cuidado ... alguien viene. Roussel volvió la cara hacia el césped y se volvió á dormir. El que llegaba era Bobart, con una escopeta al hombro. ¡Cómo! señor Bobart; ¿caza usted? dijo Herminia con volubilidad para distraer al abogado, que miraba con desconfianza al hombre echado al lado del foso. , señorita; me distraigo matando maricas.

Y tiene usted que ayudarme, porque yo no me caso con un tilingo, por mucha plata que tenga y por muy conocido que sea. ¡Eso no, eso no!... Vinieron a buscarla y se fué. Pero quedamos en que vendrá a verme uno de estos días y me expondrá su problema. Me ha dejado llena de curiosidad y un poco intranquila. Una tarde clarísima, luminosa, radiante; el cielo azul, altísimo, límpido, traslúcido.

Porque si el Gobierno lo hace mal y sobreviene la ruina, lo probable es que el Capitalista salve gran parte de su fortuna y siga gozando de ella, o en la propia patria semiarruinada, o en país extraño, donde acaso tenga fondos o bienes, mientras que el jornalero se morirá de hambre si se hunde la industria que le daba trabajo y jornal; y mientras más castizo sea él, y mientras más propio y peculiar de su patria sea el oficio que ejerza, mayor será su miseria y su desesperanza, pues no es llano ni cómodo emigrar a tierra extraña, sobre todo con familia, en busca de trabajo y sustento.