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Usted se quedó a pie, es usted gente ordinaria, canalla. ¡Milagros todos de la ilustración! En la historia antigua no se ve un solo ejemplo de un duelo. Agamenón injuria a Aquiles, y Aquiles se encierra en su tienda, pero no le pide satisfacción. Alcibíades alza el palo sobre Temístocles, y el gran Temístocles, según una expresión de nuestra moderna civilización, queda como un cobarde.

Los ciudadanos servían á la patria como remeros. Todos sus grandes hombres eran oficiales de marina. Temístocles y Pericles añadía fueron jefes de escuadra, que luego de mandar buques gobernaron á su país. Por eso la civilización griega se había esparcido y hecho inmortal, en vez de achicarse y desaparecer sin fruto, como otras de tierras adentro.

Las hay entre ellas históricas, religiosas, mitológicas, de figurón, de enredo y de magia; en suma, de todas las especies y subespecies posibles. Sólo se ve alguna imitación de modelos extranjeros, como en El sacrificio de Ifigenia, de la tragedia francesa; El Temístocles en Persia, de la ópera italiana; pero en su mayoría pertenecen al antiguo drama nacional.

¿Qué sería de nosotros, señores, el primer partido de la República, el partido que derrocó a Rozas, que abatió a Urquiza, el partido de Cepeda, esa platea argentina, en que el Xerjes entrerriano fue vencido por los Alcibíades y los Temístocles porteños, si entregáramos a las muchedumbres el voto popular?

Por ASA SMITH. Traducido del inglés y adaptado al uso de las Escuelas de la América del Sur, las Antillas y Méjico, con Adiciones, por TEMÍSTOCLES PAREDES. La nueva edición está adornada con más de 100 grabados, 18 mapas y un cuadro cromo-litográfico de las banderas de todas las Naciones. La obra ha sido enteramente refundida y arreglada por varios profesores.

Cada uno de nuestros oradores es un Temístocles; con tal que le dejen hablar, él le dirá también a la guerra civil, al pretendiente, a toda calamidad: Pega, pero escucha. ¿Qué más cosas querían ver esas gentes, qué más, sobre todo, querían oír en poco menos de un año? No hay previsión me decía uno días pasados. ¡No hay previsión! exclamé. Esto ya es mala fe. Y todo ¿por qué?

¡Cuánta serenidad, pues, en menos de un año, para ocuparse en apuros de la patria hasta de los más pequeños dimes y diretes! ¡Cuánta conversación! Temístocles le decía a su general: ¡Pega, pero escucha!