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Aquellos años de lectura al azar y sin los escrúpulos y temores de estudiante, abatían sordamente muchas de sus firmes creencias; rompían la horma que los amigos de la madre habían metido en su pensamiento; le hacían soñar con una vida grande, de la que no tenían ni noticias los que le rodeaban.

Estaba yo seguro de que Magdalena no podía sentir ningún interés por un extraño que el acaso había arrojado en su camino como mero accidente. Era posible que añorando la vida de soltera no viese sin temores que se acercaba el instante de adoptar un partido tan serio.

Pero él... ¡Dios mío! lo digo al sacerdote y al desgraciado... él, fray Luis, me ha hecho espantarme de misma... porque... anoche... no dormí... su recuerdo tenaz, continuo, embriagador... acompañado de no qué esperanzas, de no qué temores, me desvelaba... todavía no he dormido... me pesa la cabeza, me duelen los ojos... no , no por qué le amo tanto... porque le amo, no os lo quiero negar.

Parecía que en su naturaleza la profundidad se hermanaba con la variedad; pero, á no ser que los temores de Ester la engañasen, diríamos que le faltaba la facultad de adaptarse al mundo en que había nacido. La niña no podía someterse á reglas fijas.

Montamos otra vez y tomamos el camino del pabellón con toda la rapidez que permitía el cansancio de nuestros caballos. No pronunciamos palabra durante aquel último tramo de nuestra jornada y nos asaltaban mil temores. «Todo va bien.» ¿Qué significaba esa frase? ¿Le habría ocurrido algo al Rey? Llegamos por fin a la puerta del pabellón, en el que todo parecía tranquilo y silencioso.

Venció sus temores, y habló. Un amigo como el que ahora has deseado, dijo, con quien poder llorar sobre tu falta, lo tienes en , la cómplice de esa falta. Vaciló de nuevo, pero al fin pronunció con un gran esfuerzo estas palabras: en cuanto á un enemigo, largo tiempo lo has tenido, y has vivido con él, bajo un mismo techo.

Media semana estuvo en esta lucha, ya queriendo ceder para oficiar de maestra, ya perseverando en sus primitivos temores e inclinándose a no intervenir para nada... Pero con las amigas tenía que representar otros papeles, pues era vanidosa fuera de casa, y no gustaba nunca de aparecer en situación desairada o ridícula.

El ingenioso Sánchez, sintiéndose olvidado, comprendió que había llegado el instante de realizar su famoso experimento, tanto más cuanto que el estado de la criatura ofrecía ya temores. Una de las veces que fue a desatarlo lo halló privado de sentido. Necesitó hacerle respirar algunas esencias y frotarle vigorosamente encima del corazón para volverle a la vida.

Mataste en el día de tu furor; degollaste, no perdonaste. 22 [Tau]: Llamaste, como a día de solemnidad, mis temores de todas partes; ni hubo en el día del furor del SE

Comunicó estos temores a su amiga, quien la tranquilizó sonriendo, y por fin le dijo que siendo su intención limpia, no importaba que se le saliese de la boca sin querer algún término sucio. Creyolo así la enferma; pero no las tenía todas consigo y estaba como bajo la presión de un gran temor.