United States or Portugal ? Vote for the TOP Country of the Week !


Yo me dije: He aquí un hombre recto, leal, serio; puedo, sin temor ninguno, confiarme a él... Casi tanto como al señor Simón Princetot interrumpió riendo Delaberge. ¿Se ríe usted?... Pues bien, el señor Simón se le parece a usted en lo moral, y también un poco en lo físico... ¿No lo ha reparado usted? No le he visto bastante para poderlo observar...

Tomó la costumbre de no despedir sin limosna a ningún pobre que se la pidiese, pues, además de dictárselo así su corazón, tenía la multitud de casos en que Nuestro Señor o la Virgen se habían aparecido bajo la forma de pordioseros a muchos santos y santas. El temor y el deseo de que otro tanto le sucediese a ella, la obligaba a escudriñar el semblante de los pobres con cierta emoción.

Ella en seguida, confusa y atemorizada, apartó el rostro; mas él, buscándole la mirada para leerle el pensamiento, le cogió la cara entre las manos y permaneció contemplándola. El instante fue sublime. A Juan se le olvidaron las teorías de conquistador, el cálculo, la lástima, la astucia, todo, hasta el temor a las consecuencias, mezquina consideración que acibara grandes placeres.

La historia de la letra escarlata se convirtió en leyenda; la fascinación que ejercía se mantuvo poderosa por mucho tiempo, y tanto el tablado fatídico como la cabaña junto á la orilla del mar donde vivió Ester, continuaron siendo objeto de cierto respetuoso temor.

Y treinta y dos generaciones de hombres transcurrieron bajo la era cristiana en la miseria, la ignorancia y la barbarie crónicas, profiriendo u oyendo solamente la palabra sagrada, fulminada desde el púlpito, volcán de amenazas, en erupción perpetua de castigos en este mundo y en el otro, para los pecadores y los infieles, en fuente inagotable de terrores imaginarios para implantar en el corazón de los elegidos para el cielo el horror a la vida irrenunciable y el temor a la muerte inevitable.

Y era precisamente lo que la desesperaba a Laura, esa continua vigilancia, y que no pudieran los dos decirse una palabra sin que ella en seguida les pidiese cuenta. ¡Pobre Zoraida! Tampoco lo hizo por maldad, sino por temor de qué yo.

Heredera del respeto que su padre sentía por el señor, sólo se imaginaba a don Jaime hablando gravemente. ¡Las cosas que había visto en el mundo!... Y ahora sus palabras sobre la novia milenaria conmovían su credulidad, haciéndola sonreír levemente, al mismo tiempo que miraba con temor supersticioso a la gran señora de otros tiempos que sólo era una cabeza. ¡Cuando el señor decía aquello! ¡Era tan extraordinario todo lo suyo!...

Por otra parte el temor de que me atacase un pasmo, y la duda de si quedaria estropeado por causa de la adherencia de la piel al tendon, aumentaban sobremanera mis sufrimientos. Gracias á la Providencia el solo mal positivo que me resultó de todo esto, fué la imposibilidad de servirme de mi brazo durante algun tiempo. Esta especie es de un tamaño casi doble que el de la águila real de Europa.

No morirá usted de cornada de burro, pero puede morir de topetada de negro. Esté sobre aviso. Pedro Lobo quedó bramando de coraje. Hallaba ridículo que le amenazasen con la carnerada, y más ridículo aún que él la temiese. Pedro Lobo, no obstante, la temía, aunque trataba de disipar el temor y de ocultarle a su propia conciencia.

17 No tenga tu corazón envidia de los pecadores, antes [persevera] en el temor del SE