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Feli reía del Ingeniero, de sus pretensiones galantes y del mastín con faldas que le acompañaba. Es un hombre temible dijo Isidro con tono irónico . El terror del barrio... Y parece que le has dado golpe: tendré que vigilaros... Volviendo hacia lo alto del Rastro, asomáronse al patio de las Viejas Américas.

Parece mentira que este hombre temible en las elecciones, que a todos sacaba ventaja en maquinar un chanchullo y sacarlo adelante por redaños, fuese, en el fondo, la criatura más simple, candorosa, sentimental y asustadiza. ¡Cosas de la vida... y, después de una pausa, añadió y de la muerte! ¡Descansa en paz, Novillo bueno; Novillo fiel; Novillo amante!

Aconsejo al que viaje por el sur de Europa que lleve siempre los bolsillos llenos de monedas de cobre, y al ver que le ataca la temible falange, que arroje al suelo una puñada y eche á correr, sin parar hasta la primera casa donde sea posible poner puerta de por medio.

Eso de «cursi» podrá aplicarse al que sueñe con el jesuíta temible, en Londres ó en Berlín: pero aquí ¡vaya con la cursilería! ¡y no puedes moverte sin tropezar con ellos!... ; aquí dominan mucho dijo el millonario con gravedad.

Los dos criados de gesto imponente habían ido á incorporarse á sus regimientos, y la mayor sorpresa que les reservó la declaración de guerra fué la bondad repentina del amo, la abundancia de regalos á su despedida, el cuidado paternal con que vigilaba sus preparativos de viaje. El temible don Marcelo los abrazó con los ojos húmedos.

Y cabalmente hacia esta época había sido tan grande el influjo moral de ese temible tribunal de la fe en el espíritu de la nación, y lo había emponzoñado hasta tal punto, y lo había hecho tan fanático, que á pesar de la injusticia repugnante de sus sentencias y ejecuciones, ni excitó su indignación, como era de presumir, ni reconoció en él más que títulos indudables á su veneración y respeto.

Don Álvaro al moverse con alguna viveza, dejaba al aire un perfume que Ana la primera vez que lo sintió reputó delicioso, después temible; un perfume que debía marear muy pronto; ella no lo conocía, pero debía de tener algo de tabaco bueno y otras cosas puramente masculinas, pero de hombre elegante solo.

Y como el profesor era menos temible que el otro, descargó en él su indignación. ¡Pensar en batirse por unas nonadas, cuando millones de hombres daban su sangre por grandes ideales!... Y él, que había recordado tantas veces como acciones heroicas sus trabajos de padrino, hizo un gesto repelente, lo mismo que si le propusieran algo contra su honor.

Pedro de Alvarado tenía que luchar contra los conjuros de una india gorda, temible hechicera igual a las encantadoras de los poemas antiguos. En un combate mataba de una lanzada a un águila verde que pretendía sacarle los ojos, y al caer, el ave de presa tomaba la forma de un indio muerto.

El día más feliz de mi vida será aquel en que vea desaparecer en el horizonte la última de las galeras inglesas, llevándose al último de los soldados extranjeros que hoy pisan y dominan parte de esta tierra de Francia. Duras os parecerán mis palabras, pero os lo repito, soy vuestro enemigo. Y por las muestras que hoy habéis dado, un enemigo valeroso y temible.