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Dirigióse, pues, con este propósito á un amigo, que también lo era del temible zapatero; hizo que lo presentara á éste, formulando su pretensión con voz temblorosa, puesto que aquella comedia era las primicias de su musa, y de su éxito dependía su fama futura y la consideración que esperaba ganar entre sus conciudadanos.

Y durante unos meses dejaba de pensar en ella, hasta que algunas alusiones de los primitivos habitantes de la colonia despertaban otra vez sus recuerdos. Al descender los peldaños de la estación vecina al Arco de Triunfo, olvidó completamente á su infeliz compañero y su temible esposa.

Estaba en aquel momento tan atroz, tan monstruoso, que perdí la cabeza. ¡No quiero permanecer á merced de usted!... ¡Le tengo miedo! Su amistad es tan temible como su odio. Déjeme usted marcharme; será de mi lo que Dios quiera, pero separémonos... Me cogió un brazo y, perdiendo todo disimulo, dejó de ser el hombre bien educado que yo había conocido y se volvió grosero y brutal.

No si es ese medio ambiente lo que me hace ser también refractaria al matrimonio, o si es la poca costumbre de ver casar a las jóvenes de mi sociedad lo que me hace considerar mi propio matrimonio como una eventualidad temible. La verdad es que, a pesar de mi deseo de claridad, no consigo poner estar cosas en claro. Estas muchachas... diría la abuela, qué imposibles son... 14 de octubre.

El enemigo temible es ése, y no los que indicó D. Primitivo. Créame usted, señor conde... créame usted... Es lo que yo tenía entendido antes de venir repuso el conde. Al parecer es hombre acaudalado y goza de simpatías en la población... No cabe duda, no cabe duda.

Temo al principal cuando se entere. Se indignará, sin que le falte razón para ello. Mi primo es el menos temible. No tiene opinión formada sobre el porvenir de su hija. Tal vez le parezca excelente la idea de que , que eres un trabajador, continúes su obra. Hay que esperar siempre algo bueno de su carácter.... ¡Otros son los que debes temer!

Los disgustos de sus compañeras, no sólo no la conmovían, sino que despertaban en sus labios una sonrisa cruel, que las dejaba yertas. Luego tenía, de vez en cuando, accesos de furor que la habían hecho temible y odiosa. En cierta ocasión, a una niña que le había dicho algunas palabras ofensivas le echó las manos al cuello y estuvo muy próxima a asfixiarla.

Antonio Pérez mató un hombre por obedecer á Felipe II; quitó al Rey su querida; sublevó una provincia; luchó cinco años con tan temible soberano; escribió relación de su vida, tan verdadera y profunda como las inexorables memorias del Duque de Saint-Simon . Antonio Pérez alcanzó fama literaria casi exclusivamente debida al interés de sus desgracias personales .

Adivinaba en él á un enemigo del Gentleman-Montaña. Bastaría que el gobierno decidiese el indulto de Edwin para que Gurdilo aconsejase su muerte, como si de esto dependiese la felicidad nacional. Además, el diario que pedía la supresión del Hombre-Montaña había ya reproducido en una de sus ediciones ciertas palabras inquietantes del temible jefe de la oposición.

Su risa triste, sarcástica, temible, semejante en sus labios á la burla de un ángel caído, se encarnizaba en ajar donde quiera que veía las señales de las más generosas facultades del alma humana, el entusiasmo y la pasión. Sentía yo que este extraño espíritu de denigración, tomaba para conmigo un carácter de persecución especial y de verdadera hostilidad.