United States or Georgia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Yo que me vi así, y rodeado de niños que se habían llegado, y delante de mi señora, empecé a decir: ¡Oh, hideputa! ¡No fuérades vos valenzuela! Estas temeridades me han de acabar. Habíanme dicho las mañas y quise porfiar con él. Traía el lacayo ya el caballo, que se paró luego. Yo torné a subir; y al ruido se había asomado don Diego Coronel, que vivía en la misma casa de sus primas.

Y cuando se encontraba a solas con Amalia quejábase de su audacia, le rogaba con palabras fervorosas que fuese más precavida, mientras ella, impasible, gozándose en sus temeridades, sonreía desdeñosamente con su fina sonrisa enigmática. No pudiendo verse sino rara vez en la Granja, Amalia halló medio de hacer más frecuentes las entrevistas confiándose a Jacoba.

Ahora que podía llamarlos a todos de verdad «mis queridos amigos». Sonreían algunas señoras, con el dulce reproche femenil que lamenta y celebra a un mismo tiempo las temeridades del valor, y le amenazaban cariñosamente moviendo una mano con el índice en alto. «¡Ah, calaverón!... ¡Mala persona

»Yo no sabía qué hacer ni qué decir. Le felicité por sus caudales y por sus honrados pensamientos, y traté de que no pasara de allí el asunto, aparentando creer que aquello era todo lo que el banquero tenía que decirme... Ocurrióseme también la idea de abreviar el suplicio dándome por entendida de la instancia y plantando en seco al exponente; pero ¿podía ser yo tan descortés con un hombre que no me había dado motivos para ello? ¿Y no me exponía también a que él me diera una lección, hasta de prudencia, afirmando que yo me curaba en sana salud, porque jamás había soñado con temeridades como la supuesta por ?

Yo la respondí..., no lo recuerdo exactamente, porque estaba oyendo desde allí el ruido de tus ligerezas imperdonables, y temía que Luz le oyera también... ¿Es cierto que le has oído? ¿Pues de qué le conocería, si no? ¡Qué temeridades, Dios mío! ¿Por qué hará una estas cosas! exclamó entonces la dama sinceramente espantada de su propia labor.

Cuando el toro, recobrando su agresiva fiereza, bajó las astas, el torero rodó hacia las patas, poniéndose de este modo fuera de su alcance, y el animal pasó sobre él, buscando vanamente en su feroz ceguera el bulto al que acometía. Se levantó Gallardo, limpiándose el polvo, y el público, amante de las temeridades, le aplaudió con el entusiasmo de otros tiempos. No sólo celebraba su audacia.

Los más atrevidos Tenorios, famosos por sus temeridades, bajaban ante ella los ojos, y su hermosura se adoraba en silencio.

A Luciana, por el contrario, le divierte esta novela, y lo que me preocupa es el tono de esa correspondencia, la ternura exaltada de las cartas de Luciana y el contraste de esa ternura con la corrección casi fría de nuestras conversaciones. ¿Será que, cuando estamos juntos, una delicadeza pudorosa detiene en sus labios las expresiones vivas? Quisiera creerlo. ¿Será que tema mis temeridades?

Partir de tan poco para llegar a las ardientes hipótesis en que me lanzaban las temeridades de Oliverio; pasar del silencio absoluto a la manera aquella, tan libre, de expresarse respecto de la mujer; seguirle, en fin, hasta el objeto marcado para su espera eran evoluciones capaces de hacerme envejecer en pocas horas.