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La bóveda del presbiterio es del mismo material, y es asombroso el ver cómo ha resistido á tantos y tantos temblores de tierra como se han sucedido desde que fué edificada. Entre los objetos que posee esta iglesia, hay una campanita en la que se lee perfectamente el año 1600. El altar mayor, de tres cuerpos y de orden compuesto, es exactamente igual al de San Francisco de Manila.

Sólo un héroe de corazón fuerte podía despertarla... Y al oír los pasos férreos del conquistador, los ojos de la india virgen parpadearon, extendió los brazos, y sus pechos vinieron a aplastarse sobre el peto de una armadura. Era el héroe prometido; el amor que despierta bajo la caricia del guantelete metálico; el abrazo fecundador acompañado en sus temblores por un tintineo de armas.

Un requiescat a todos los temblores, y a todos los dolores, de los niños, ancianos y mujeres, que mató ese maldito, ese loco criminal que en el mapa se llama el volcán de Taal. Dios puso el fuego en los volcanes como galas, para que su humo trémulo, a modo de un favor, le incensase; como puso dos alas en el ave y cien alas en la flor para que le perfumase.

Romazini enumera los efectos de las sales de cal y de las sustancias calcáreas, en los que las manejan del modo siguiente: concreciones tuberculosas en los pulmones, cólicos violentos de estómago é intestinos, sequedad de la boca, temblores, parálisis, estreñimiento pertinaz de la garganta, diarrea, dificultad de orinar, escozor, sequedad en la piel.

El arsénico en esto es muy semejante al oro, al mercurio y al carbon vegetal, cuya accion sobre el sistema venoso y los capilares se relaciona igualmente con la de arsénico sobre el moral. La parálisis que depende de arsénico afecta con particularidad los miembros inferiores; es precedida de temblores, de dolores, de contracturas, de convulsiones.

Por desgracia se trata de una obra sin principios: que los aplicados en su ejecución han sido caprichosos, y si bien el arco se mantiene sin desprenderse, como no puede hallarse en la ciencia una regla que manifieste la causa de este procedimiento, ó mejor diré fenómeno, no es la opinión del que suscribe, sino de toda la ciencia junta la que lo condena.» A cuyo informe, donosamente dice un cronista de la orden del constructor. «Hete aquí un puente, tan asaz atrevido, que á pesar de estar condenado por toda la ciencia junta, tiene la desfachatez de mantenerse firme, de sufrir temblores como los del 16 de Setiembre de 1852 y el 3 de Junio de 1863 sin resentirse; fuertes avenidas como las que se desprenden del gran monte Banajao, sin descimbrarse, estando dispuesto y con pensamientos quizás de decir después de algunos siglos: yo fuí construido por un fraile franciscano sin principios.

Leones, tigres, osos y otras fieras rodeaban á los recién venidos, y de los árboles resonaba una música melancólica que entonaban los que habían visitado antes la isla, transformados por los encantos de Circe. Después había de repente truenos y temblores de tierra.

El labio superior, demasiado largo y colgante, parece haber crecido y ablandádose recientemente, y no cesa de agitarse con nerviosos temblores, que dan a su boca cierta semejanza con el hocico gracioso del conejo royendo berzas. Es pálido su rostro, la piel papirácea, las piernas flacas, la estatura corta, ligeramente corva la espalda.

¡Oh calor de la siesta filipina, calor de corazón, calor de fragua, en que hierve en la copa cristalina, con temblores estuosos, hasta el agua! Una suave molicie que alucina irrumpe en nuestra carne, y la cabeza, como agobiada de sopor, se inclina florecida de rosas de pereza. Hay como una decadencia en las pupilas húmedas de pasión; y mientras fiera la luz solar sobre las cosas arde,

Este rey causa los terremotos y temblores cuando forcejea ó se agita, es tan fuerte que, para darle la mano, se le alarga un hueso, que á su contacto se pulveriza. Sin poderse explicar el por qué, los indios le llaman el rey Bernardo, acaso por confundirle con Bernardo del Carpio.