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Nadie en la escampavía se atrevió a contestar esta impertinente fanfarronada. Pero, ¡por la ardiente pupila de Moloch! ¿no respondéis? Vamos, que ese capitán que ha restaurado mi tartana con tanta diligencia, que ese valiente capitán se levante, o destrozo su embarcación. ¡Palabra de honor!

Una pequeña tartana tirada por una guapa yegua nos condujo por la excelente carretera que faldea el cerro caracoleando hasta la cumbre y se prolonga por el fondo de un valle hasta Chaux-de-Fonds.

¡Paz, Alvarez, paz! cállese el viejo congrio. Me ha parecido ver moverse alguna cosa sobre el puente. Y de nuevo, empuñando la inmensa bocina, gritó: ¡Ah de la tartana!... ¡ah!... enviad una embarcación, si no os echo a pique... Como perros malditos que sois añadió Alvarez.

Blasillo no se equivocaba, porque apenas había terminado de hablar, cuando un cañonazo lejano se oyó, después otro y después otro. Finalmente, advirtieron un vivo cañoneo. Eran los valientes de Massareo que destruían la otra tartana. ¡Por los santos del paraíso! exclamó el ardiente joven , ya habla el cañón.

Era, en efecto, un buey destinado a la comida de la tripulación de la tartana, y que se habían probablemente visto obligados a dejar al abandonar la embarcación. ¡Un buey! ¡un innoble buey! decía Santiago . Un plan de ataque combinado con tanta sangre fría y ejecutado con tanta audacia para... ¡para apoderarnos de un buey al abordaje! Nos lo llevaremos, ¿verdad, teniente?

Bien. Ahora ¡fuego!... ¡fuego a estribor!... La andanada partió, y el fogonazo, iluminando un instante la tartana, proyectó sobre las aguas un vivo reflejo de luz. Después, cuando el humo blancuzco de la pólvora se hubo disipado, se vio al navío inmóvil, silencioso, con su punto luminoso a popa, obscurecido de cuando en cuando por una sombra que pasaba y repasaba en la cámara.

¡Por el alma de mi madre, comandante! la segunda tartana marchaba como una dorada, ¡qué ligereza! hubiese virado en redondo en un vaso de agua. ¡Ay! ¿qué queda ahora de ese bonito y fino buque? ¡nada!... algunas planchas rotas o empotradas en las rocas. ¿Llegué, pues, bien a propósito, Blasillo?

¡Por la Virgen, huid! exclamó , ¡huid! los aduaneros me persiguen; hemos sido traicionados por el marino Punto. El ha indicado el lugar del desembarque al alcalde de Vejer; le ha prometido matar al gitano y le ha prometido además aumentar el desorden que produciría su muerte, largando las amarras de la tartana para dar tiempo a los aduaneros de llegar y de cortaros la retirada.

Delante de ellos va una tartana con el equipaje de Azorín. Cuando han arribado a la estación, Azorín, como es natural, ha sacado el billete y ha facturado sus bártulos. De allí a un rato ha aparecido el tren. Sarrió le alarga a Azorín, subido al coche, la maleta; luego, con tiento, una cesta.

Sábado 2, á las 6 de la mañana, en frente de Maldonado, descubrieron á sotavento la embarcacion del dia antecedente aterrada, y se reconoció llevaba vela latina, y á medio dia echaron un gallardete español en el palo mayor, para llamar la embarcacion, que conocieron ser tartana.