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Tarragona, situada en una eminencia de la costa á 760 piés sobre el nivel del mar, y Reus, que reposa en la llanura, son las principales ciudades de esa provincia catalana. El orígen de Tarragona es antiquísimo, y tanto que remonta á la dominación fenicia.

Cuando el vapor hizo escala en Tarragona, por veinticuatro horas, para tomar carga, salté á tierra y fuí á recorrer la ciudad y los alderredores.

La innegable superioridad que tenía sobre su hermano, ¿de qué le servía? Cuanto mejor la demostraba delante de la fresca jamona, tanto más se inclinaba ésta a favor de él. Razón tenía el juez de primera instancia de Tarragona cuando le decía que la mujer era un tejido de contradicciones. Obdulia sintió que una alegría intensa, infinita, le entraba a chorros dentro del alma.

Sobre cada uno de los pesebres, llamados palcos, colocaron dos banderas nacionales cruzadas; una guirnalda de laurel las iba enlazando todas graciosamente. Fue idea de D. Peregrín Casanova, que también había presidido un banquete en el teatro de Tarragona en los quince días que gobernó aquella provincia.

El Pontífice Inocencio 3.º otorgó á este monarca privilegio, para que cada y cuando los reyes de Aragon quisiesen coronarse, lo pudiesen hacer en la ciudad de Zaragoza, por manos del metropolitano que entonces era el arzobispo de Tarragona, y la misma gracia se hizo estensiva á las reinas, por la razon de que el derecho civil dispone, que las mugeres se ilustren con los honores de los maridos.

En sustancia, el ex-gobernador interino de Tarragona vino a decir que el excusador de Peñascosa nunca había sido santo de su devoción. Los caracteres retraídos, mansos, silenciosos, no le habían dado resultado.

Barcelona, pues, está ligada á los pueblos interiores y de la costa por cuatro ferrocarriles, y no muy tarde habrá terminado los que conducen á Madrid, por Lérida y Zaragoza, á Valencia ó el sur, por Tarragona, y á Francia, por Gerona. Barcelona es interesante bajo todos aspectos, porque ha querido conciliar la actividad económica con los goces refinados de la civilizacion.

Durante algún tiempo, cuando hablaba de esta época, solía decir: «Haciendo yo de gobernador en Tarragona...» Más adelante sustituyó la frase con esta otra: «Siendo yo gobernador de Tarragona...» Y cuando era gobernador de Tarragona sucedió que la prensa local se quejó del abandono de las calles, achacándolo, como todo lo demás que andaba mal, a la administración conservadora.

Cándida cuchicheaba con el P. Melchor, D.ª Eloisa con su ahijado el P. Gil y con Obdulia, D. Joaquín con Marcelina, y el P. Narciso con D.ª Filomena. Se puede asegurar que los únicos que escuchaban realmente al ex-gobernador interino de Tarragona eran su hermano y D.ª Teodora, esto es, los que ya conocían los pormenores de su gestión administrativa tan bien como él.

El P. Gil quedó estupefacto, sin acertar a decir una palabra, porque el acento de Osuna denotaba sinceridad. Yo creo que lo que procede en este caso manifestó D. Peregrín con su voz gangosa, administrativa, es dar inmediatamente conocimiento del hecho a la autoridad civil... A se me presentó un padre, siendo gobernador de Tarragona...