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Tengo verdadero placer en verle en esta casa, por donde tantos artistas eminentes han pasado y pasan todos los días. Tan benévolas palabras, pronunciadas con extraordinaria calma y firmeza, produjeron en el auditorio emoción respetuosa. Todos los rostros se volvieron hacia Mario, felicitándole con la mirada por ser objeto de ellas.

El asunto de los deslindes llevándole de nuevo a Val-Clavin, que él creía no ver jamás; la hospedería del Sol de Oro, en que se encontraba de nuevo frente a frente con sus antiguos huéspedes y en donde su llegada despertaba las adormecidas maledicencias de otros días; su encuentro con el hijo de su antigua amante, con ese Simón cuya tranquilidad de espíritu se exponía a turbar para siempre, ¿no eran otros tantos signos precursores de alguna terrible desgracia?

Su conversión debía ser solemne, para escarmiento de pícaros y enseñanza saludable de los creyentes tibios. Puede usted hacer un gran beneficio a la Iglesia, a quien tantos males ha hecho....

Don Marcos adivina su impaciencia, y mientras descienden dos escalinatas más, va dando explicaciones. La inglesa se fué antes que la otra; por eso la enterraron arriba. ¡Han muerto tantos en los últimos meses!... Llegan á la última meseta del cementerio, la más baja, un campo cuadrado de tierra rojiza, en el que no hay losas, ni columnas truncadas, ni cadenas.

Durante la guerra atroz de sucesion que hizo Luis XIV al margraviato, por medio del brutal Louvois, de 1688 á 1693, fué destruido ó arruinado casi completamente el Castillo de Heidelberg, como tantos otros de las cercanías del Rin. El cañon implacable del ambicioso rey aniquiló lo que el cincel del artista habia trabajado laboriosamente durante dos siglos y medio.

Corrióse tanto el hombre que dio a correr tras con un cuchillo desnudo para matarme, de suerte que fue forzoso meterme huyendo en casa de mi maestro dando gritos. Entró el hombre tras y defendióme el maestro de que no me matase, asegurándole de castigarme. Yo respondía: -No, señor. Y respondílo veinte veces a otros tantos azotes que me dio. Con esto fui yo muy contento.

Nadie sospecha la pasión que con tanto cuidado procuro ocultar, esta pasión que no me conocen Camucha ni Zoraida; y si, por desgracia, la sospecha influye para que dejes pasar tantos días sin venir, quiero hacer a toda costa que ella desaparezca de tu espíritu. Diré a Camucha que te escriba y cuando estés aquí hallaré la manera de persuadirte.

No nos dicen en verdad los analistas cordobeses en qué se fundaba la vulgar opinion de no poderse continuar la fábrica tantos años atrás comenzada: veamos si el edificio mismo nos lo revela.

Como Bruto a la silueta de César en la tragedia shakespeariana, digo a la sombra incorpórea del excelente don Amaranto: ¡SpeakSpeak! Y la sombra rompe a hablar, con la propia gracia y penetración que hace tantos años me deleitaban: ¿Vas a describir la Rúa Ruera? ¿Vas a describirla, o vas a pintarla? Advierto dos novedades. Primera, que don Amaranto ahora me trata de .

Todo quanto bien he hecho ha sido un manantial de maldiciones para ; y si me he visto exâltado al ápice de la grandeza, ha sido para despeñarme en la mas honda sima de la desventura. Si como tantos hubiera sido malo, seria, como ellos, dichoso.