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Se observan algunos dolores contusivos, pesadez y adormecimiento de los piés; grande debilidad muscular, sin síntomas de parálisis, á no ser que se tengan por tales algunos accidentes espasmódicos, convulsivos de los músculos, calambres en fin, particularmente en los miembros inferiores, ó tambien un temblor general y movimientos convulsivos de la cabeza y de los miembros, precursores de la muerte, en casos de envenenamiento.

¿Y de quién era? preguntó la viuda con curiosidad ansiosa. De una tal Clarita. Pero ¡qué carta, doña Manuela! ¡Qué cosas tan indecentes había en ella! Parece imposible que hombres honrados y con hijos puedan leer tales porquerías. Y la pobre mujer ruborizábase, mostrando en su cara nacida y lustrosa de monja enclaustrada la misma expresión de vergüenza que si fuese ella la autora de la carta.

Tales eran, pico más, pico menos, mis antecedentes personales cuando recibí la carta en que mi tío Celso me llamaba a su lado, y por tiempo indefinido, desde lo más recóndito y montaraz de la región cantábrica; y, sin embargo, no me causó la embajada impresión tan desagradable como pudiera presumirse tomando al pie de la letra lo dicho sobre mi modo de ser y de sentir.

Asi, el hermoso hotel Gibbon en que nos hospedamos, y cuya situacion es muy feliz para contemplar el panorama del Leman, ocupa el lugar de un antiguo jardin donde el ilustre historiador inglés de aquel nombre escribió, según afirman, en 1787, las últimas páginas de su bella «Historia de la decadencia y ruina del imperio romano». Voltaire se encantaba con su residencia en Losana, y allí se reunieron con frecuencia muchos hombres ilustres, tales como Fox, Mercier, Raynal, Servan, Brissot y Zímmermann.

¡Que rabie ese rancio! decía doña Manuela, indignada al saber la furia con que su hermano había acogido tales reformas . ¿Cree que toda la vida la hemos de pasar como unos miserables, con pan y cebolla y un vestido viejo? Don Juan también hablaba, y había que oírle.

Con tales pensamientos, el patriotismo no era para más que el orgullo de pertenecer a aquella casta de matadores de moros.

Bastaba contemplar a Rafael cómo cogía las flores y las colocaba riendo en la cabeza o el pecho de Remedios, que se resistía débilmente, con un rubor de colegiala, conmovida por tales homenajes. Quieto, Rafaelito murmuraba con una voz que parecía un balido suplicante. No me toques; no seas atrevido.

La idea de adicion hecha in facto, es decir la de suma, entra en la idea del dos; mas la adicion in fieri. Tenemos de este número una idea clarísima, sin pensar en uno mas uno, sucesivamente. Esta percepcion tiene por objeto la relacion de las cosas reunidas; el entendimiento las percibe como tales, y solo entonces tiene idea del dos.

Cuando la devota abrió la puerta y vió á Lázaro, su sorpresa y su turbación fueron tales, que permaneció buen rato sin decirle palabra, mirándole bien, como si creyera que aquella imagen era el efecto de una visión. ¡Ah! exclamó, cerrando la puerta, una vez que Lázaro estaba dentro. Yo creí que no le vería á usted más. Sintió el joven un alivio cuando supo que las dos arpías estaban fuera.

Pensó no ver nada y vio algo que de pronto le impresionó, una mujer bonita, joven, alta... Parecía estar en acecho, movida de una curiosidad semejante a la de Santa Cruz, deseando saber quién demonios subía a tales horas por aquella endiablada escalera.