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Sobrino, al fin se sale usted con la suya; me quedo con el fichú». Estas y otras frases, todas referentes a adquisiciones, matizaban el charlar loco de aquel día. Llegó el grande hombre. Rosalía no se equivocaba al suponer que la primera visita de él, y después de quitarse el polvo del camino, sería para sus amigos de Palacio.

»Pocos días después me anunció el descubrimiento de la mujer soñada, que era una linda joven, también sin fortuna, hija de una prima de la amiga de una amiga suya. Yo dejé correr las cosas.

Debe usted no olvidar continuó Flimnap que nuestro jefe es un gran poeta, el segundo poeta nacional, el que figura después de Golbasto, aunque este versificador sublime, cuando sufre algún apuro pecuniario ó desea un empleo para alguna amiga suya, no tiene inconveniente en declarar á gritos que Momaren es mil veces superior.

Mostrábase optimista Maltrana, felicitando a su amigo por su buena suerte. ¡Cosa hecha! Aquella loca podía considerarla como suya.

No se trataba entonces de llevarme a ver la ciudad, sino de conducirme a la Embajada Francesa: ¡Französische Ambassad! repitió el fondista dos veces. Pero mi sorpresa fue mucho mayor que la suya, cuando le vi volver la espalda al barrio noble, entrar en una larga ronda de arrabal, llena de fábricas, casas de obreros y jardinillos, atravesar las puertas y conducirme fuera de la ciudad.

Cierto que Florencia d'Arda había consignado en el diario, esta amenaza suya: «Si me abandonas cuando ya no te ame, te lo agradeceré; si me traicionas cuando todavía te ame, te mataréPero, como el juez había demostrado a Vérod, no era verdad que la Condesa hubiera traicionado al Príncipe: si se hubiera visto amada todavía por él, habría encontrado mayores dificultades para dejarlo, y la idea de permanecer a su lado por deber, esa idea que parecía dominar en su pensamiento, habría sido reforzada por el presentimiento del dolor que le había infligido dejándolo.

Esa diablura la han puesto los ingleses entre un pueblo que llaman Liverpool y otro que nombran Manchester. Dice D. Salvador que aquello es volar. ¡Volar! ¡Soberbia cosa!... exclamó Sola con entusiasmo . Decir «quiero ir a tal parte ahora mismo» y.... Y salirse uno con la suya. Pues, te dirá: no hay caballos.

No eres ensueño, realidad eres; No finge el alma hechizos tales, Aunque más bella que las mujeres Suya te llamen los inmortales. En la luz pura de tu mirada Amor enciende sus dardos de oro, y son tus labios urna sellada De sus deleites fuente y tesoro. Ora residas lejos del suelo Ora aparezcas en otra edad, Por los tres mundos en raudo vuelo Irá buscándote mi voluntad.

Un raudal de graves y profundas reflexiones se desprendió acto continuo de su mente al contemplarlos: «He aquí se dijo los instrumentos más poderosos del progreso humano en vergonzosa holganza, no por culpa suya, sino por el abandono de los hombres. ¡Cuánta ilustración, cuánto pan espiritual pudieron esparcir en los años que llevan arrinconados y silenciosos!

Ciertas alusiones, oídas en conversaciones íntimas, le hicieron después relacionar la tragedia con el aislamiento en que vivía acaso desde entonces la familia de Aliaga, y fijar su reflexión sobre la singular circunstancia de que, con la muerte de su padre, terminó toda amistad entre aquella familia y la suya, a pesar de unirlas algún parentesco.