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17 Reprime el suspirar, no hagas luto de mortuorios; ata tu turbante sobre ti, y pon tus zapatos en tus pies, y no te cubras con rebozo, ni comas pan de consuelo. 18 Y hablé al pueblo por la mañana, y a la tarde murió mi mujer; y a la mañana hice como me fue mandado.

Y bien dijo alegremente la de Ribert mientras la abuela volvía a suspirar, tanto mejor... Puesto que se dice que ya no es posible casar a las hijas, dichosas la que no tienen la vocación del matrimonio. , lo concedo dijo el cura. ¿Pero por qué ese estado de alma reina precisamente entre las jóvenes que se casarían más fácilmente?

-Todo podría ser -dijo el cura. Y, dejándolos, se volvió adonde estaba Dorotea, la cual, como había oído suspirar a la embozada, movida de natural compasión, se llegó a ella y le dijo: ¿Qué mal sentís, señora mía? Mirad si es alguno de quien las mujeres suelen tener uso y experiencia de curarle, que de mi parte os ofrezco una buena voluntad de serviros.

El espectro de su maldad no había hecho antes más que presentarse como en broma, y érale a ella muy fácil espantarlo; pero ya no acontecía lo mismo. El espectro venía y se sentaba con ella y con ella se levantaba; cuando se ponía a guardar ropa, la ayudaba; al suspirar, suspiraba; los ojos de ella eran los de él, y, en fin, la persona de ambos parecía una misma persona.

Al hacer la oferta de su blanca mano, acompañándola de un suspirar tierno y de remilgos de vergüenza, con sus enormes labios que se dilataban hasta las orejas o se contraían formando un hocico monstruoso, Benina no pudo evitar una risilla de burla.

Mariquita era de las que dicen: Yo no soy la salve para suspirar y gemir. ¡Vida alegre, y hacer sumas hasta que se rompa el lápiz o se gaste la pizarra! En la época colonial casi no se podía transitar por el Puente en las noches de luna. Era ése el punto de cita para todos.

Basilio se sonrió y se encogió de hombros. El cochero volvió á suspirar. Los indios de los campos conservan una leyenda de que su rey, aprisionado y encadenado en la cueva de San Mateo, vendrá un día á libertarles de la opresion. Cada cien años rompe una de sus cadenas, y y ya tiene las manos y el pié izquierdo libres; solo le queda el derecho.

Venid todos a él los que ansiéis suspirar besuqueando una flor, los que, en vez de llorar, tengáis hambre de amor al sonrís, al fulgor, al olor, a la miel de una bella emoción. ¡El jardín está en flor! Entrad todos, entrad.

Yo soy solamente el que falto, y yo estoy aquí ahora. Todos los otros que no son venidos al rendez-vous es porque son muertos y en la eternidad de la nada. ¡Ay! suspira la hermana, sin elevar los ojos, contra todas las reglas del bien suspirar . Los de aquí estamos también muertos y miramos el mundo desde la perspectiva de la eternidad. ¡Qué idea! Pero comemos todavía pasteles.

El Condestable se presenta en la escena á medio vestir y con la espada desenvainada, saliendo de su alcoba, y cuenta á su suegro que ha oído suspirar á Blanca durante la noche; que después le ha parecido oir una voz extraña, que ha saltado del lecho, y que ha palpado un hombre que ha desaparecido por completo, sin dejar tras la menor huella.