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En cambio, si es vecina de mi aposento y a través del frágil tabique la oigo suspirar, reír, llorar, que está triste, que goza, que sufre.

En casa rica estoy, con buenos amos que no reparan en dos reales más o menos; seis duros de salario... Pues no me hallo, señora, y paso la noche y el día acordándome de esta familia, y pensando si estarán bien o no estarán bien. Me ven suspirar, y creen que tengo hijos.

Yo, ofuscado por la luz de sus ojos, que, como dos acumuladores eléctricos, iban lenta y suavemente magnetizándome, la escuchaba sin pestañear, acariciado por aquel acento andaluz, dulce y salado a la vez, cuyo recuerdo hace suspirar a más de un inglés en las brumas de la Gran Bretaña. ¿De qué hablaba?

Jadeaba con desmayo y acopiaba sus escasas fuerzas para suspirar de continuo: «Claro, claro; ¿qué duda cogeLuego, con intermitencias, como un reloj arbitrario, producía enérgicamente, al concluirse las frases del invisible conferenciante, una a manera de rítmica onomatopeya: «tris-tras, tris-tras, tris-trasCuando la voz catarrosa e incorpórea dijo, con la frialdad de una sentencia fatídica: «El sapo no factura la beligerancia, la inquisición, el pongo y quito de los comensales.

No se observaba en ella más que una gravedad y una disposición a menear la cabeza y a suspirar de un modo casi imperceptible, como una plañidera que no es parienta del difunto.

La señorita Helouin, con la que quiero arreglar mis cuentas desde luego, es una ingrata. Mis pretendidos agravios hacia ella, deberían más bien recomendarme á su estimación; pero parece ser una de esas mujeres, bastante generales en el mundo, que no cuentan la estimación en el número de los sentimientos, que gustan suspirar, ó que se les suspire.

Julián trabajaba por dos: tenía una escala y se encaramaba a lo más alto del retablo. No se atrevía a preguntar nada acerca de asuntos íntimos, ni a averiguar si la señorita había tenido con su esposo conversación decisiva respecto a Sabel; pero notaba el aire abatido, las denegridas ojeras, el frecuente suspirar de la esposa, y sacaba de estos indicios la natural consecuencia.

Mire usted, D. Teodoro, cómo se pone mi hija; ya tiene en su cara todas las rosas de Mayo. Voy a ver lo que dice mi hermano... a ver lo que dice mi hermano. Retirose el buen hombre. Teodoro se acercó a la Nela para observarla de nuevo. ¿Ha dormido anoche? preguntó a Florentina. Poco. Toda la noche la suspirar y llorar. Esta noche tendrá una buena cama, que he mandado traer de Villamojada.

En el fondo de aquellos ojos de larga mirada se ve vivir un alma, una razón ya firme y ejercitada en velar sobre misma; una inteligencia que reflexiona y observa, un corazón ya dispuesto para la ternura y el sufrimiento inocente, silencioso y solitario. Puedes, pues, suponer que no la senté en mis rodillas y que la dejé suspirar a sus anchas hasta que el cansancio le hizo dormirse.

Sin duda viene a suspirar como un órgano, por el poco caso que de él hacen las damas. Serán delicadas de gusto repuso el príncipe , pues el mayor tiene una hermosa figura. Ella le aguarda entre las nieblas de su isla, mientras que él se recrea bajo el hermoso cielo andaluz.