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Yo no te había dado sobre el origen de Adela más que informes imperfectos, recogidos del vulgo. La señora Adelaida me había dicho algo más, pero no lo suficiente para satisfacer mi curiosidad, que, por otra parte, temo mostrar demasiado abiertamente.

Este tal sobrino es un muchacho que ha recibido una educación de las más escogidas que en este nuestro siglo se suelen dar; es decir esto, que sabe leer aunque no en todos los libros, y escribir, si bien no cosas dignas de ser leídas; contar no es cosa mayor, porque descuida el cuento de sus cuentas en sus acreedores, que mejor que él se las saben llevar; baila como discípulo de Veluci; canta lo que basta para hacerse rogar y no estar nunca en voz; monta a caballo como un centauro y da gozo ver con qué soltura y desembarazo atropella por esas calles de Madrid a sus amigos y conocidos; de ciencias y artes ignora lo suficiente para poder hablar de todo con maestría.

Pero ¿cómo es que ni el alcázar nuevo, hoy cárcel, que sirvió de residencia al terrible Tribunal del Santo Oficio, ni el campillo del rey saturado de sangre de mártires mozárabes, han hallado á los ojos de los cordobeses gracia suficiente para eximirse de la dura ley del abandono?

Por fortuna observó la Melanval, tenemos obras para evitar todos esos peligros... Así, la obra de la reforma social... No es suficiente terminó Francisca con un resplandor malicioso en los ojos.

La edad de oro del drama religioso, que se puede fijar en el siglo XIV, es tan conocida por muchas obras, y últimamente por la publicación de sus monumentos literarios más notables, que bastará tratar de ella sólo en general, y en cuanto sea suficiente para dar á conocer con claridad el drama español coetáneo, y el posterior á él.

Suficiente desengaño es éste para que os retiréis en los límites de vuestra honestidad, pues nadie se puede obligar a lo imposible.

Como antes hablamos ya lo suficiente acerca de las comedias religiosas, es nuestro propósito ocuparnos sólo excepcionalmente en este punto; pero no podemos menos de llamar la atención hacia La Magdalena de Roma, de Diamante.

La vida de zagalona rústica no hay que pensar en hacerla de nuevo. Dios me libre también de recaer en la mala tentación de presumir de princesa. Nada de volver con la cabeza al aire y con el cántaro por esos andurriales; y nada tampoco de ponerme el magnífico vestido de seda mientras no gane posición, autoridad y título duradero, suficiente y legítimo, para tamaña audacia.

Los días siguientes continúa, pero solo por la noche. En la del día á que me refiero, y siendo las diez de ella, me constituí en uno de los palcos. Frente al teatro estaba todo el pueblo, y el que faltaba se hallaba dentro de aquel, repartido en los corredores, en los palcos y hasta en la misma escena, en la que solo quedaba el espacio suficiente para el accionado.

La corrompió para unirla a su suerte; después, cuando el desencanto llegó, las frías lecciones de la realidad le hicieron ver que se había equivocado, que a su hermosa discípula la faltaba algo y la faltaría siempre para llegar a verdadera estrella.... le faltaba la voz y la flexibilidad suficiente de garganta.