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Lo que a usted le maravilla son los bloques de piedra que llaman cretácea y de arcilla ferruginosa endurecida que han quedado después de sacado el mineral. Dicen que esto presenta un golpe de vista sublime, sobre todo a la luz de la luna. Yo de nada de eso entiendo.

Ardían en las arañas de cristal muchas docenas de bujías de esperma; allá, al extremo del salón, sobre una plataforma improvisada, la respetable orquesta de los músicos sedentarios, de los profesores indígenas, inauguraba la fiesta con una sinfonía de su vetusto repertorio: allí estaba el trompa, refractario al italiano y a la afinación; allí el espiritual violinista Secades, que había soñado con ser un segundo Paganini, que había pasado noches y noches, días y días, buscando en las cuerdas, acariciadas por el arco, ora lamentos de amor sublime, ora imitaciones exactas de los ruidos naturales; v. gr.: los rebuznos de un jumento. ¡Sarcasmo de la suerte!

¿Qué motiva la creciente tristeza de Hasay? ¿Por qué todas las tardes, cuando el sublime artista combina en los cielos sus más divinas tintas, va al puente cual si fuera empujada por una invisible fuerza? ¿Por qué contempla con la inmovilidad de la estatua del dolor, el profundo abismo? ¿Por qué cuidadosamente limpia de gramas una frondosa planta de suspiros que crece á la orilla del río? ¿Qué maléfico genio atormenta su corazón? ¿Qué sueño la adormece? ¿Qué fantasma la despierta?

Ya no era mala, ya sentía como ella quería sentir; y la idea de su sacrificio se le apareció de nuevo; pero grande ahora, sublime, como una corriente de ternura capaz de anegar el mundo.

Viene de la Habana, y teniendo que permanecer pocos dias en Paris, hemos acordado visitar hoy el Panteon, y tomar luego una botella de cerveza en un café cantante de los Campos Elíseos. Para mañana queda aplazada la visita del Louvre, en donde podrémos admirar la sublime Asuncion de Murillo, que es el sueño dorado del brigadier, y que yo no dejo de desear.

A pesar de esto, la Nela no ignoraba completamente el Evangelio. Jamás le fue bien enseñado; pero había oído hablar de él. Veía que la gente iba a una ceremonia que llamaban misa, tenía idea de un sacrificio sublime; mas sus nociones no pasaban de aquí.

Si la pobre inválida existiese para el sentimiento de lo que es, como existe para el sentimiento de lo que sufre, seguramente me hubiera afrentado. No, amiga mía, no: si otra cosa crees, te engañas: al menos, mi corazon me dice que te engañas. Todos somos hermanos, ante la religion que nos llama por boca de un viejo: más hermanos todavía, ante la sublime fraternidad de la desgracia y del dolor.

Así dice el erudito don Agustin Duran, que «Hesiodo y Homero, creadores de la epopeya Griega, formaron sus poemas, redactando con sus fábulas todo el sistema político, filosófico y religioso que constituye el espíritu de los pueblos progresivos, bajo cuyos auspicios marcha aun la sociedad europeaNo es de estrañar que en vista de una obra tan vasta y tan sublime, muchos hayan dudado de la existencia de Homero entre ellos Vico, en su Scienza Nuova acreditando la hipótesis de que la Iliada y la Odisea se componen de una série de cantos populares, que transmitidos de siglo en siglo por la tradicion oral, adicionándose con nuevos cantos al pasar por cada generacion, llegaron á formar esos dos libros inmortales, cuyo verdadero autor es todo el pueblo griego.

Este fue el presente que hizo el padre Enrique a don Jaime para que adornase su despacho. El P. Enrique se había venido a vivir en casa de su tío la víspera de la boda, dejando libre la casa de doña Luz, donde ésta se fue a vivir con su marido en cuanto se casó. La luna de miel empezó entonces para doña Luz, no menos dulce y más por lo sublime que la de su amiga doña Manolita.

Hice un signo afirmativo y al mismo tiempo sentí nacer en un vivo sentimiento de vergüenza. ¿Qué era mi gran proyecto de renunciamiento comparado con esa especie de abnegación, de olvido de misma, que se manifestaba en las más pequeñas como en las más grandes circunstancias, y que encontraba para todo el mismo amor? ¡Y yo, egoísta y orgullosa, me envanecía todavía de esa sublime resolución de mi corazón!