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D. Teodoro replicó la señorita de Penáguilas, secando sus lágrimas . Estoy pensando, estoy considerando qué cosas tan malas hay en el mundo. ¿Y cuáles son esas cosas malas, señorita?... Donde está usted, ¿puede haber alguna? Cosas perversas; pero entre todas hay una que es la más perversa de todas. ¿Cuál? La ingratitud, Sr. Golfín.

Cabildo, y no quede duda de que el pueblo en el que confiere la autoridad ó mando. Por el Sr.

Marchábamos despacio por la muralla adelante hacia las Barquillas de Lope, cuando encontramos a dos padres del Carmen que volvían apresuradamente a su casa. Adiós, Sr. Advíncula dijo lord Gray. ¡San Simeón bendito! exclamó perplejo uno de los frailes . ¡Es milord! ¡Quién le había de conocer en semejante traje! Uno y otro carmelita rieron a carcajada tendida. Voy a soltar el manto real.

No se me alcanza bien por qué el Sr. Danvila se inclina a mostrar a D. Cristóbal harto caído y desatendido por el nuevo monarca. Natural era que hubiese entonces turnos pacíficos, como los hay ahora, aunque durando muchísimo más cada vuelta.

A mi ver, en el drama del Sr. Hauptmann no quedan, con mayor realidad objetiva que el cuento de la Cenicienta, todas las esperanzas ultramundanas y todas las más altas verdades religiosas. Otro día analizaré el otro drama que he citado, que se titula El maestro de Palmira, y que aún me parece más extraordinario.

Todo hombre que protesta contra el caciquismo o contra la carestía de la vida, es un ruso presunto. ¡Y pensar que yo he sido ruso, sin enterarme de ello, hace más de quince años!... Este nuevo concepto de la palabra ruso es lo que explica el proyecto del Sr.

El alquiler de cualquiera de los cuartos de los tres pisos que tiene la barriada de mi respetable Sr. D. Francisco, exige un pago adelantado de tres años; si al cabo de ese tiempo no se renueva el inquilinato, se hace el desahucio á golpe de piqueta, sin que nadie tenga derecho á quejarse, puesto que el casero, por boca de la Gaceta, tiene la magnanimidad de conceder un plazo de veinte días.

Y esperemos, por último, que, ya sea escribiendo segunda parte de Silvestre Paradox, ya sacando a relucir a otros héroes y tomando nuevos caminos y asuntos, el Sr. Baroja siga escribiendo novelas, ya que tiene aptitud para ello, y procure, sin dejar de ser realista, iluminar, hermosear y alegrar el mundo que describa con resplandores ideales.

Murió en Hong-kong, dejando algunos trabajos inéditos, que el autor de estas líneas le vió escribir en una temporada que vivieron juntos. La tarde que llegué á Majayjay y en la que por primera vez hablé al Sr. Tóbler, se concertó que á la madrugada siguiente visitaríamos la cascada.

D. José Maria Cabrer, Coronel de ejército, y Sargento mayor de esta plaza; el Sr. Teniente Coronel urbano D. Miguel Gerónimo Garmendia; el Sr. D. Jose Soliveri, Contador de retasas; el Sr. D. José Superi, Sargento mayor del batallon de castas; el Sr. D. Felipe Castilla, Capitan de milicias regladas de caballeria; el Sr. D. Antonio Ruiz, Alcalde del barrio número 11, cuartel quinto; el Sr.