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Maximiliano, como no tenía delante a su tía, se permitió una sonrisa burlona. Miraba en aquel momento a su tío el Sr. de Jáuregui, que le miraba también a él, como es consiguiente. No pudo menos de observar que el digno esposo de su tía era horrendo; ni comprendía cómo doña Lupe no se moría de miedo cuando se quedaba sola, de noche, en compañía de semejante espantajo.

Recibì la de V. S. de 14 del corriente, en que me copia lo que el Exmo. Sr. Virey le ordena, relativo

Siglos adelante vino á dársela, hasta cierto punto, el Sr. D. Salvador Bermúdez de Castro.

El dejo que en el ánimo de ellos debe de quedar después de leída la novela no es desconsolador ni depresivo, sino que está lleno de suave y religiosa consolación y de la moralidad más verdadera y más alta. Yo creo que la novela del Sr. Montoto realiza cumplidamente el mencionado fin.

En vano viejos pueblos enervados Escriben por el miedo dominados «¡El oro! ¡El oro! es de la tierra DiosQue ella dice con hechos elocuentes: «En los pueblos viriles y valientes «El Dios es de la patria el santo amorLa idea de estos versos me fué sugerida por un valiente apóstrofe de la composicion del Sr.

En los Estados Unidos escriben hoy muchos para denigrarnos como Draper escribía, siendo lo más gracioso que todo lo que dicen contra nosotros es con el fin de ensalzar á los cubanos y de afirmar que deben ser independientes y libres. Acaso el más feroz de estos escritores anti-españoles sea un cierto Sr.

Sin mas su affmo, amigo. Campamento Vinento, Junio 7 de 1912. General de División, Felipe Vera. Ejército Reivindicador Cuartel General en Campaña A la Jefatura General. Sr. Jefe de la Provincia Oriental.

Todo esto lo oía Navarro sin decir nada, cejijunto y torvo, hasta que al fin rompió la palabra: Basta ya de charla, Sr. Zorraquín. Si eso ha de escribirse que se escriba; pero conste que no es por mandato mío, pues no tengo vanidad en ello.

Repito que yo no afirmo ni niego la evolución y el transformismo. No me declaro contrario ni partidario de Darwin. Me limito a afirmar que Darwin no invade los dominios de la metafísica ni de la religión, diferenciándose así de su infiel discípulo Haeckel, y más aún del Sr. Gener y de Nietzsche.

Algunos artículos del Catálogo del Sr. García Pérez tienen extraordinaria extensión y retratan hábilmente la condición moral y la vida del personaje á que se refieren. Entre estos artículos merece mencionarse aquí el del famoso conde de Villamediana, poetizado por su trágica muerte y por los bellos romances históricos del duque de Rivas.