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En poco tiempo se extendieron las seguidillas desde la Mancha, su patria, por todas las provincias españolas. El Fandango, El Bolero, La Tirana, El Polo y otros bailes más sonados en los últimos tiempos que la seguidilla, son modificaciones ligeras de ésta, y tan parecidas á ella, que es necesario tener una vista muy ejercitada para distinguirlos.

Los desgraciados habitantes de esta región que apenas pueden, á costa de grandes esfuerzos, llevar un pedazo de borona á la boca, dentro de pocos días, gracias á la iniciativa de una poderosa casa francesa que va á sembrar aquí sus capitales, encontrarán medios de emplear sus fuerzas, ganarán jornales jamás soñados por ellos.

Mi pensamiento era una especie de torre de Babel. En mi continuo trato con toda clase de gentes sólo había encontrado una verdad. Que nuestro hombre y nuestra mujer no existen. O, precisando más la frase, que nuestro amigo y nuestra amante son dos fantasmas soñados por nuestro deseo. Sin embargo, muchos hombres me han ofrecido su bolsa y su vida, y muchas mujeres su cuerpo y su alma.

El recuerdo lejano y confuso de la alta sociedad madrileña, que doña Luz no había hecho sino entrever hacía más de doce años, la idea vaga de un medio más culto y más aristocrático, las formas y el ser soñados de damas y galanes, sus usos, discreteos, aventuras y amoríos, tales cuales ella los había fantaseado o columbrado, sin llegarlos a ver ni a gozar, obligada, en la aurora de su vida, a retirarse a un pueblo pequeño, todo acudió de súbito a la mente de doña Luz, al mirar a D. Jaime Pimentel, al notar la soltura y naturalidad de sus distinguidos modales, y al oír su acento y las pocas y atinadas palabras que le dirigió, las cuales ni pecaron de frías y secas, ni se extremaron por lo galantes, sino que se encerraron dentro de los límites de la más respetuosa discreción.

Le daba lástima de aquel hijo que enfermo, triste, tal vez desesperado, iba por ella a continuar la historia de su grandeza, de sus ganancias; iba a rescatar el crédito perdido buscando un milagro de los más sonados, de los más eficaces y provechosos, un milagro de conversión. «Era un héroe». «¡Cuánto había padecido durante aquella cuaresma!». Ella, doña Paula, había acabado por adivinar que su hijo y la Regenta no se veían ya; habían reñido por lo visto.

En tal caso exagera ó disminuye, echa mano de colores halagüeños ó repugnantes, busca explicaciones favorables apelando á causas imaginarias, y señalando efectos soñados: pero el hecho está allí; y los esfuerzos del escritor apasionado ó de mala fe, no hacen mas que llamar la atencion del avisado lector para que fije la vista con atencion en lo que hay, y no vea ni mas ni ménos de lo que hay.

Y en efecto, para perder el juicio era lo que a Cervantes le acontecía; que por más que él hubiese confiado en su hasta entonces buena fortuna con las mujeres; por más que grato asombro y anhelo hubiese visto en las miradas y en el semblante de doña Guiomar, cuando pasajeramente se la había aparecido, habíale puesto en grandes cuidados y confusiones el considerar que una dama tan principal y tan rica, como doña Guiomar lo parecía, y tan celestialmente hermosa, y tan en el tiempo, por su lozana juventud, de los amorosos y soñados deseos, tener debía quien la sirviese y enamorase, y tal vez tratado de casar con ella estuviese, máxime viviendo en la populosa y opulenta Sevilla, patria y asiento de tanto rico, noble y galán caballero; allí donde todo, el cielo y la tierra, el sol ardiente y la hermosura y la frondosidad de los árboles, y las limpias aguas, a amar convidan.

Le había inventado ella, y de los senos obscuros de la invención salía persona de verdad, haciendo milagros, trayendo riquezas, y convirtiendo en realidades los soñados dones del Rey Samdai ¡Quia! Esto no podía ser.

Al principio del siglo siguiente, Kepler y Galileo empezaron a extender los soñados viejos límites del universo. La era moderna estaba en pleno desarrollo; y con ella el cristianismo empezó la de su declinación". "Es evidente que desde mediados del siglo XVII las ciencias físicas por su propio método y carácter minaron la teología.

Yo había buscado en el mundo sin encontrarle el amor tal cual yo le comprendía... le había buscado en vano y me había dicho: Nuestro amigo y nuestra amante son dos fantasmas soñados por nuestro deseo. Dios no puede haber dado a su hechura aspiraciones imposibles. Si no ha podido dárselas y las tiene no existe Dios. O Dios es el acaso.