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El pícaro del boticario colgaba a Serafina el milagro de esta conversión, y aun se atrevía a sostener que la señora doña Inés hacía la vista gorda y no se percataba de tal milagro, cuya comodidad y baratura no podía menos de celebrar en el fondo del alma.

Todos los objetos que aún no habían sido vistos resultaban semejantes á los otros y carecían de novedad. Se pusieron de pie los altos señores del gobierno, y cada uno de ellos, llevando detrás á una niña-paje encargada de sostener la cola de su manto, fué en busca de su correspondiente litera.

En literatura, la forma y el fondo son lo que en la humanidad el cuerpo y el alma; el cuerpo es la hermosura, el alma la bondad, y ésta, sólo ésta, es inmortal. Si aquél sobrevive en las obras del ingenio, es porque todo se vuelve alma en ellas, como en el hombre cuando traspasa el umbral terrible de la insondable eternidad. ¿Será esto querer sostener que las poesías de Campo son perfectas?

El contrario repuso, que mientras los grandes historiadores no lo autorizasen, consideraba una estupidez el sostener idea tan absurda: yo expuse con sangre fría y sonrisa impertinente, las razones que tenía para opinar de esta manera.

Hasta se puede sostener como probable que las composiciones dramáticas portuguesas se representaron en España, al menos en las provincias limítrofes, en que se entendía más fácilmente la lengua portuguesa. Adviértase, además, que nuestro autor usa de ambas lenguas en algunos de sus dramas.

No delante de , al menos replicó un joven, que había oído las palabras del conde de Fuentes. Era Rafael Moncénigo, el cual ostentaba con orgullo las insignias de su nuevo empleo. El barbero trató de contener a su hijo. Déjeme usted, padre mío; mientras mi mano pueda sostener una espada, no se ultrajará impunemente a Farinelli en mi presencia, y el señor me dará una satisfacción.

Hubo una larga pausa, un silencio tan difícil de sostener como de romper. Ninguno de los dos interlocutores se atrevía a hablar. Era, en verdad, la situación muy embarazosa. Tanto para ellos el expresarse entonces, como para nosotros el reproducir ahora lo que expresaron, es empresa ardua; pero no hay más remedio que acometerla.

A esto importa contestar lo que el marqués contestaba, pues no faltó nunca quien le hiciese dichas reflexiones. Yo no trato aquí de sostener que el marqués tenía razón: me limito a repetir lo que él decía.

Pero las circunstancias... ¿No me has dicho que era indispensable pasarle un tanto diario para alimentos? ¿Y te parece a ti que estamos en disposición de sostener dos casas?». Tenía el muchacho la cabeza tan alborotada, que no pudo hacerse cargo de tales argumentos.