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Debió ser guapa moza, pero sosona y pava, y los muchos hijos que tuvo, antes que prueba de su amorosa exaltación, fueron fruto de la vehemencia marital. Mira prosiguió pon los almohadones en pila para que tu padre pueda extender las piernas. Después, con tristeza en el semblante y la voz, añadió: ¡Otra Noche Buena! es decir, un año menos.

No puede una vivir sin tener algún ser pequeñito a quien adorar. ¡Hija de mi alma!, es una gran desgracia para todos que no nos des algo. A Jacinta se le clavó esta frase en el corazón, y estuvo temblando un rato en él y agrandando la herida, como sucede con las flechas que no se han clavado bien. «Pues , esta casa es muy... muy sosona.

Porque si yo viera que coqueteaba con otros hombres, anda con Dios. Pero si no hay quien la apee de una fidelidad que no viene al caso. ¡Fiel a ! ¿a santo de qué? ¡Te aseguro que me ha hecho cavilar más esa sosona! Ha pasado por tantas manos, y siempre fiel, consecuente como un clavo, que se está donde le clavan.

Chisco, que caminaba a mi lado sin perder el compás de sus aplomados movimientos, apenas dejó descubrir en una mirada sosona y descolorida, que se había enterado de la alusión. Chorcos me declaró sin ambages que estaba «amerluzaón del too» por la criada de mi tío; la tenía en las «telucas de los ojos» y «metía de patas en el corazón.

Más presente que la administración del Sacramento tenía el paso con su hija; ¡ay, qué paso!... «¿No vistes a la Jacinta? preguntó a Fortunata, volviéndose de un costado y poniéndole la mano en el hombro... . ¿Habló contigo?... eres una sosona y no tienes genio... Si a me llega a pasar lo que te ha pasado a ti con esa pastelera; si el hombre mío me lo quita una mona golosa, y se me pone delante, ¡ay!, por algo me llaman Mauricia la Dura.

Y supón que la traigo, supón que se queda viudo. ¡Bah! ¿Crees que se va a casar contigo? , para ti estaba. ¡Pues no se casaría si te hubieras conservado honrada, cuanti más, sosona, habiéndote echado tan a perder! Si es lo que Yo digo: parece que estáis locas rematadas, y que el vicio os ha secado la mollera. Me pedís unos disparates que no cómo los oigo.

Iba a contestar; pero su madre, que llevaba la palabra por toda la familia, respondió: «Es peinadora... Está aprendiendo con una vecina maestra. Ya tiene algunas parroquianas. Pero no le pagan, naturalmente... Es una sosona, y como no le pongan los cuartos en la mano, no hay de qué. Yo le digo que no sea panoli y que tenga genio; pero... ya usted la ve.

Aguárdate un poquitín, un poquitín». Llamó para que viniese a la puerta la chiquilla, y le dijo: «Oye, niña, a ver cómo le entretienes un momentito, que tu ama no puede tardar. Mécele en su cunita, cántale algo, sosona».