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Qué alma de artista murmuré in petto; y después, armándome de valor, me atreví a hablarles de mis estudios sobre las solteronas. Francisca aprovechó la ocasión para lanzar gritos de horror, que Petra imitó a la sordina. Envalentonada por la mirada de aprobación de Genoveva, conté mis descubrimientos sobre el origen de las solteronas y les dije que en los pueblos polígamos no las había.

La tía Alcaparrona había sacado de bajo de sus faldas una botella de vino para celebrar su buena fortuna en la ciudad. La prole salía a sorbo en el reparto, pero la vista del vino era suficiente para esparcir la alegría. Alcaparrón, con la vista puesta en su madre, que era la mayor de sus admiraciones, cantaba acompañado de las palmas que batían en sordina todos los de la familia.

Veíanse por los intersticios de las lonas gentes tendidas sobre el vientre, dormitando con la cabeza entre los brazos; mujeres que recosían ropas viejas, chicuelos persiguiéndose. Sonaba a lo lejos una gaita con dulce sordina, semejante a un lamento pastoril que lagrimease la melancolía de su destierro lejos de las praderas verdes. Hagamos una visita a nuestros amigos «los latinos».

Pero, hombre, parece que hablas con sordina... decía Crespo malhumorado. Quintanar le consultaba acerca del estado de Ana. ¿A ti qué te parece de esto? Ps... allá ella. Sus razones tendrá. Yo creo Tomás, aquí para interinos... que Anita se nos hace santa, si Dios no lo remedia. A me asusta a veces. ¡Si vieses qué ojos en cuanto se distrae!

¡Si usted hubiese visto el acto de la coronación! continuó la voz de Goicochea con sordina. Aún me estremezco de entusiasmo recordándolo. Fué cosa de llorar. Catorce obispos asistieron y hubo quince días de peregrinación de Bilbao y los pueblos.

Era él... Hubo en el interior cierto rebullicio que indicaba cólera y sorpresa; muebles removidos, palabras masculladas en sordina, y hasta creyó percibir Ojeda un principio de juramento. ¿Cuándo iba a cesar de molestarla con sus incorrecciones?... Esta conducta no era propia de un gentleman... No lo era...

Se iban cerrando sus ojos y dejaba caer pesadamente la cabeza sobre su hermano, el cual pretendía reanimarle con tremendos puñetazos en los ijares, dados en sordina por debajo de la mesa. Pimentó sonreía socarronamente ante este triunfo. Ya tenía uno en el suelo. Y discutía la cena con sus admiradores. Debía ser espléndida, sin miedo al gasto: de todos modos, él no había de pagarla.

933 Se puso arisco el gauchaje: la gente está acobardada; salió la partida armada y trujo como perdices unos cuantos infelices que entraron en la voltiada. 934 Decía el ñato con soberbia: "¡Esta es una gente indina! Yo los rodié a la sordina: no pudieron escapar; y llevaba orden de arriar todito lo que camina." 935 Cuando vino el Comendante dijeron: "¡Dios nos asista!"

Embustera dijo Francisca a la sordina, mientras yo me mordía los labios para no reír. ¡Ah! gimió la de Dumais, nuestras pobres hijas no podrán decir otro tanto... Lo diremos de todos modos, mamá. A cuarenta años de distancia se dicen siempre esas cosas aunque sean inexactas exclamó Francisca sin poder contener su maldita lengua.

Marta creyó que en el papel de niña inocente que la había tocado en aquella comedia, había esta acotación: Vase. Y se retiró al comedor, donde encontró a Minghetti, que mojaba bizcochos en Málaga. No estaba alegre como solía. Desde allí se oían, de tarde en tarde, los gritos de Emma como si los diera con sordina.