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Aunque Pepita no fuese una paja, Antoñona la alzó del suelo en sus brazos, como si lo fuera, y la puso con mucho tiento sobre el sofá, como quien coloca la alhaja más frágil y primorosa para que no se quiebre. ¿Qué soponcio es éste? preguntó Antoñona . Apuesto cualquier cosa a que este zanguango de vicario te ha echado un sermón de acíbar y te ha destrozado el alma a pesadumbres.

Un solo rayo de sol penetraba en la estancia tras una madera entreabierta. ¡Qué alarido el que estalló en la obscuridad cuando el niño alzó en el haz luminoso la sanguinolenta cabeza que goteaba sobre el tapiz! Una de las dueñas se derrumbó de espaldas, presa de brusco soponcio. La mujer que acompañaba a Ramiro contó con alegría la proeza del mancebo.

Felicita cayó con un soponcio. Al recobrar el sentido, aunque casi sin fuerzas para sostenerse, pidió el abrigo, la mantilla, las botas.... ¿Qué va usté a hacer, señorita? Volar a su lado. Repare que es un hombre soltero y usté una mujer soltera, y lenguas ociosas murmuran si ustedes tienen o no tienen. Es mi prometido. No reparo en el qué dirán.

¡Nada! ¡nada! exclamaba fuera de . Treinta años cumplidos, y si falta un dia, no quiero. El caballero tuvo que mudar de conversacion, é hizo perfectamente, porque es seguro que si no deja el tema comenzado, hay en la tertulia un soponcio. Yo miraba á la vieja diciendo para : ¡qué imbecilidad! Luego miraba á la muchacha, y decia: ¡qué lástima!

Allá, en su fantasía febricitante, creyó sentir el cuerno que penetraba traidoramente en sus delicadísimas carnes, ya por un lado, ya por otro; y como por el terror, y antes que sobreviniese el soponcio, le dio la pataleta, agitaba la falda roja y llamaba al toro, o digamos a la vaca, que se le venía encima.

Siéntese usted aquí le dijo D. Romualdo, dando tan fuerte palmetazo en un viejo sillón de muelles, que de él se levantó espesa nube de polvo. Un momento después, habíase enterado el galán fiambre de su participación en la herencia del primo Rafael, quedándose en tal manera turulato, que hubo de beberse, para evitar un soponcio, toda el agua que dejara Doña Francisca.