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Pero afortunadamente para todos, y para ti también añadió mirando al coronel con sonrisa maliciosa, no faltará dentro de poco tiempo quien la tenga y ponga las cosas en orden, que buena falta está haciendo. Entonces, amiguito, quizá le toque a Enrique reírse de ti, aunque tampoco haría bien..... La buena educación y la moral cristiana prohíben reírse de los males del prójimo.....

Sin embargo, un minuto después, como se acordase de su excelencia, del subsidio que le habían dado, de su subjefe, de Nastenka, y viese a su mujer llorar, añadió, con voz dulce: Me encantan las negras... Hay en ellas algo exótico. Procuró iluminar su rostro con una sonrisa feliz, y con la sonrisa en los labios se fue al otro mundo.

En cambio, la madre recobró su gesto inquisitorial, acogiendo con helada cortesía las grandes demostraciones de afecto del ingeniero. Ha sido para una agradable sorpresa dijo el joven . Yo no sabía que estaban ustedes aquí.... Y por debajo de la naricita sonrosada de miss Margaret revoloteaba una sonrisa que parecía burlarse de tales palabras.

El Ingeniero, al oír que era una mujer la que acompañaba a su sobrino, abandonó bruscamente el manubrio, y pisando las cartillas, aproximó a Feli sus antiparras, contemplándola largo rato. Muy bien, sobrino, muy bien; mi enhorabuena dijo con sonrisa de inteligente en el género . Tanto gusto en conocerla, joven, y que siga usted muchos años tan antipática y tan feota... La pobrecita está ciega.

Al observar la mirada de espanto y congoja que me dirigía se templó mi furor, y en vez de lanzarle un apóstrofe violento, como tenía determinado, le mandé una sonrisa galante. Puede ser que en la formación de esta sonrisa haya intervenido más o menos directamente la belleza nada vulgar del criminal.

¡Olé los hombres con riñones! ¡Bendita sea la mamá de todos ustedes! ¡Viva la guardia civil! Van ustedes a tomarse una copa conmigo. Chivo, sirve a estos caballeros. El veterano volvió a excusarse. La ordenanza... el reglamento del cuerpo... Pero su firme negativa la acompañaba con una sonrisa bondadosa. Tenía enfrente a un Dupont; a uno de los más ricos de la ciudad.

Le he enviado dos entradas para el concierto de esta tarde: una para él y otra para esa señorita Valeria, acompañante de la duquesa. ¡El pobre! ¡siempre haciendo tonterías como un enamorado!... Pero su sonrisa de hombre superior, exento de tales humillaciones, se cortó al darse cuenta de que otra vez estaba diciendo algo molesto para el príncipe.

; alguna vez nos acompaña repuso ella secamente. Hubo una larga pausa. ¿Y crees dijo al cabo con tímida sonrisa que te conviene ese acompañamiento? ¿Pues? replicó la joven con semblante serio mirándole á la cara. Manolo bajó los ojos.

El alto y grueso parecía un poco turbado; el otro, sonriendo con una sonrisa insinuante, me dijo en castellano, con acento andaluz: ¿Podría usted escucharnos media hora? , señor, con mucho gusto. Hagan el favor de sentarse. ¡Gracias! contestó el bajito, y añadió en inglés, dirigiéndose a su compañero : Siéntese usted, Smiles. Se sentron los dos. ¿No es usted español? le pregunté al moreno.

Pretendí formar una idea exacta acerca del sentimiento que me inspiraba: al recordar su mirada, opaca, llena de una vida ardiente, su sonrisa triste, amarga en medio de su resignación, sus encantos uno por uno, y después el magnífico conjunto de aquellos detalles admirables: el no qué misterioso, vago, indefinible que emanaba de sus miradas, de su sonrisa, de su acento, de su actitud, de todo su ser, de su alma exhalada siempre en una manifestación sentida, dulce, extremadamente simpática, mi corazón me decía inflamado de un ardor desconocido para : Necesito que sea mía, enteramente mía.