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Cierto que hay diferencia de edades decía la señora riendo , pero es un gran partido. Ándate con repulgos y verás cómo le cae a tu hermana un subteniente, un oficial de la clase de quintos u otra lotería semejante. Este hombre es un buenazo muy rico, y eso que padece no es sino aburrimiento, mal de soltería, lo que los ingleses llaman esplín. Cásale, y se le quitan diez años de encima.

Y cuando ese autor es un novelista de primer orden, un pintor de costumbres como ha visto pocos nuestra Península desde Cervantes acá, un hombre de agudo ingenio, rico de observación, y en donaires y gracias de decir excelente, natural es que emplee el método fisiológico contra los fisiólogos, y que, convirtiendo la defensa en ataque, en vez de vindicar directamente el matrimonio, ponga y clave en la picota de la sátira a la cínica e infame soltería, que dice Jovellanos.

María Josefa Hevia tenía ya por lo menos cuarenta años, y sus quince habían sido casi tan feos, pese al refrán, como sus cuarenta. Como no poseía tampoco bastante hacienda para restablecer el equilibrio, ningún valiente había llegado a redimirla del purgatorio de la soltería.

En todo caso castigaba seguramente al soltero y al tutor que tardaba en casar a su pupila. Ya ves, Magdalena dijo la abuela sonriendo, qué culpable eres conmigo. Si fuese griega, hubiera sido castigada por las leyes sin que tu estado de soltería me sea imputable.

Mucho se hablaba de los éxitos obtenidos en esas lides por el marqués de Pierrepont, si bien él, conduciéndose con caballeresca discreción, jamás confesó ninguno, por más que en lo que se decía mucho debía haber de verídico y auténtico; en resumen, no era un libertino, y aun puede asegurarse que había en él un fondo de seria dignidad que comenzaba a alarmarse de esos devaneos a que tarde o temprano lleva fatalmente la soltería.

Por otra parte, León era ciudad que involuntariamente sugería ideas matrimoniales. ¿Qué hacer sino casarse allí donde todo era calma y tedio, donde la soltería inspiraba desconfianza, donde la más insignificante aventurilla provocaba los furiosos ladridos del escándalo? Así es que dijo en voz alta: Es cierto, chico; en León le entran a uno ganas de casarse y de vivir santamente.

Hasta cierta edad es perdonable ese modo de vivir; pero ya eres mayor y debieras servir a tu patria y mostrar que vales... ¿Por qué no te haces elegir diputado? ¿Por qué no te interrogas sobre tus propias opiniones, te forjas tu credo político, te trazas tu línea de conducta, y entras en la vida pública? ¿Vas a llegar a viejo, En cínica e infame soltería,