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Hombre, ¿cree usted que una mujer con esos ojos asesinos... y ese aire... y esa gracia, ha nacido para encerrarse en un claustro? Alzó los hombros desdeñosamente. ¿Y no tiene usted más datos que esos para creer lo contrario?... Es poco, compadre dijo, dando un chupetón al cigarro y soltando el consabido chorrito de saliva.

Vuelto de espaldas al príncipe, iba soltando el chorro de su límpido optimismo, de su fe simple, que desgracias y reveses no lograban conmover. Ahora ya los han clavado sobre el terreno: no avanzarán. Dentro de poco será el contraataque. Lo ; me consta. Se frotaba las manos, guiñando un ojo maliciosamente. Y los americanos llegan y llegan.

Los «monos sabios» conducían de las riendas los caballos heridos, que arrastraban sus entrañas por el suelo, soltando al mismo tiempo por debajo de la cola una diarrea de susto. Al verlos, un encargado de las cuadras comenzó a mover pies y manos, agitado por una fiebre de actividad. ¡Fuerza, valientes!... gritó dirigiéndose a los mozos de las caballerizas . ¡Duro! ¡duro ahí!

Por fin el triste bulto cayó en el polvo, y allí quedó, flácido e inerte, soltando líquido, como un pellejo agujereado que expele el vino a chorros. El pastor, con sus cabestros, se llevó el toro al corral, pues nadie osaba aproximarse a él, y el pobre Chiripa fue conducido sobre un jergón a cierto cuartucho del Ayuntamiento que servía de cárcel.

¡Milagro sería! exclamó la joven soltando a reír y apoderándose de aquella yerba y restregando con ella la cara de su marido . ¿Para qué has atravesado la mar? ¿Para qué has estado tantos años trabajando y metiendo en la hucha dinero? Hubieras sido tan feliz aquí comiendo ensaladas de pimientos, corriendo tras las ovejitas, plantando árboles... y metiendo puñados de tomillo en los bolsillos.

Pues es mucho más gallego que yo dijo Villa soltando a reír. Verdad, señorita manifesté con resolución. Soy de la provincia de Orense. No importa replicó ella con amabilidad.

Una de ellas no pudiendo contenerse al cabo le dijo tímidamente: Demetria, si no te incomoda, has de ponerte luego para que la veamos la cola de terciopelo... Nosotras te la llevaremos en lugar de los pajes. Demetria la miró estupefacta y soltando una gran carcajada se abrazó á ella besándola. Rapto de Demetria. Naturalmente la noticia llegó al instante hasta Entralgo.

Sentóse este en la cama alegremente sorprendido, y recobrando con la vida su humor chancero, tiróle a la mujer lo primero que halló a mano, una almohada, soltando un gran grito, un ¡polaina! formidable que la hizo saltar en el sillón despavorida, murmurando algunas palabras en vascuence.

¿Qué hacemos ahora? preguntó al cabo Toribión. ¿Le dejamos marchar? No; debemos torgarlo para que no vuelva á cortejar fuera de su quintana manifestó un mozo que había rondado á Flora algún tiempo sin resultado. Sin embargo, Toribión se puso de parte del primero. ¡Á torgarlo! ¡á torgarlo! exclamó soltando bárbaras carcajadas.

Si plebeyo, cualquiera de estos tres escuderos míos, aunque de noble cuna, se dará por bien servido con castigar vuestra audacia. El desconocido los miró airado y soltando el puño de la espada comenzó á desenvolver apresuradamente el paquete que sobre el arzón llevaba.