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Si sus parientes presentian la proximidad de su fallecimiento, gran cuidado tenian de cerrarle herméticamente la boca, la nariz y los ojos, á fin de que la muerte no pasase de aquel á los otros cuerpos; y muy á menudo acontecia que, sofocando la respiracion de los pobres enfermos, se les daba la muerte cuando esta no era tal vez llegada.

El desprecio iba, pues, sofocando en su corazón todo afecto, como la nieve apaga la llama del holocausto en el altar en que arde. Ya no existía para él la mujer a quien había cantado en sus versos y que en sus sueños le había seducido.

¿Te prometió casarse contigo? ¿Te engañó? No, no me engañó; no me prometió nada. ¿Sabe en qué estado te encuentras? No, no lo sabe. ¿Y por qué no se lo dijiste antes de que se marchara? Me daba vergüenza. La muchacha ocultó la cara entre las manos y comenzó a llorar en silencio. ¡Ay, ené! decía, de cuando en cuando, sofocando un suspiro. Yo la contemplaba emocionado.

¡Jesús! ¡Jesús! ¡Vaya todo por Dios! exclamó el clérigo tapándose los oídos, pero sin enfadarse. No sea usted tan malo, D. Martín. D.ª Eloisa, que bien advertía lo que estaba pasando, se levantó al fin de la silla y vino hacia ellos, preguntando con mal humor: ¿No juegan hoy al tresillo? Vamos allá, vamos allá respondió su marido, sofocando la risa que le fluía del cuerpo, como a los demás.

¡Ay de ! ¡Me mandan a un convento, lejos de aquí! dijo sollozando la joven . Huir de mi prisión, salir de Orsdael, sería un cielo; pero separarme de vos, Marta, me matará; ¡no puedo vivir sin vos! Ten valor y consuélate dijo Marta sofocando su propia emoción . En cualquier parte que estés, yo estaré siempre a tu lado. ¿Qué hizo y qué dijo el desconocido?

Pero no lo habíamos previsto todo: no habíamos previsto que Dupont, muy receloso de aquella ilusoria ocupación de la sierra por los insurgentes, había levantado su campo en la misma noche, y silenciosamente, sofocando los ruidos de su tropa, abandonaba la funesta y para ellos maldita ciudad de Andújar. Cerca de la madrugada, nuestros jefes disponían las columnas para la marcha.

-Estos gauchos malos son los que se llevaron á mi patroncita. Yo los vide... Pero le fué imposible continuar, pues se sintió agarrado por el talle y descendido violentamente de su dignidad ecuestre, quedando con los pies en el suelo. Ricardo había hecho esto valiéndose de su brazo sano y sofocando el dolor que le causaban en el hombro herido tales movimientos.

Su cuerpo robusto vibró con un supremo esfuerzo, incorporose sofocando con su peso a Rafael, y al fin Leonora se irguió, poniendo su pie brutalmente, sin misericordia, sobre el pecho del joven, apretando como si quisiera hacer crujir la osamenta de su pecho. Su aspecto era terrible. Parecía loca, con su rubia cabellera deshecha y sucia de tierra.

San Juan había sido hasta entonces suficientemente rico en hombres civilizados, para dar al célebre Congreso de Tucumán un presidente de la capacidad y altura del doctor Laprida, que murió más tarde asesinado por los Aldao; un prior a la Recolecta Domínica de Chile en el distinguido, sabio y patriota Oro, después obispo de San Juan; un ilustre patriota, don Ignacio de la Roza, que preparó con San Martín la expedición a Chile, y que derramó en su país las semillas de la igualdad de clases prometida por la revolución; un ministro al gobierno de Rivadavia; un ministro a la legación argentina en don Domingo de Oro, cuyos talentos diplomáticos no son aún debidamente apreciados; un diputado al Congreso de 1826 en el ilustrado sacerdote Vera; un diputado a la convención de Santa Fe en el presbítero Oro, orador de nota; otro a la de Córdoba en don Rudecindo Rojo, tan eminente por sus talentos y genio industrial como por su grande instrucción; un militar al ejército, entre otros, en el coronel Rojo, que ha salvado dos provincias sofocando motines con sólo su serena audacia, y de quien el general Paz, juez competente en la materia, decía que sería uno de los primeros generales de la República.

Muy pronto regalas dijo la Nela sofocando la risa . ¡Pendientes para !... Pero ahora se me está ocurriendo una cosa. ¿Quieres que te la diga? Pues es que debías venir conmigo, y siendo dos, nos ayudaríamos a ganar y a aprender.