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Sin embargo, el uso del carbon despues de acónito, árnica y brionia en la espectoracion sanguinolenta, efecto de la presencia de tubérculos, es de utilidad incontestable; quizá sea necesario distinguir un elemento venoso, segun la edad y la constitucion; aquí un punto de práctica que puede ayudar á resolver el hecho de si la espectoracion sanguinolenta propia del carbon debe ser crónica y acompañada de sofocaciones y calor quemante al interior.

Está pintando respondió el criado mirando con sorpresa y curiosidad los ojos llorosos de doña Paula. Dile que deseo hablar con él. Mientras el doméstico fué a avisar a su señor, doña Paula creyó que las fuerzas iban a faltarle. Comenzó a sentir los síntomas primeros de una de aquellas sofocaciones que de vez en cuando le daban.

Dicen que así se hacen méritos para la otra vida, y tiene que ser, tiene que ser, porque si no, amiga mía, ¿qué cosa más triste que penar aquí y penar allá?... Yo nací con mala estrella... Hasta ahora, los conflictos en que me ha puesto mi mariducho han sido tales, que los he ido sorteando con maña... Dios sabe el mérito grande, ¿qué digo mérito?, el heroísmo de estos últimos años. ¡Qué sofocaciones para sostener la dignidad de la casa, para que a los hijos no les faltase nada!... ¡Y algunos días, qué afán horroroso para que los criados pudieran decir: «La sopa está en la mesa!...» ¡Cuánta humillación, cuánto padecer, y qué lucha, amiguita, qué lucha con acreedores, con gente ordinaria y con toda clase de pedigüeños!... Pero cuando se van acumulando las dificultades, cuando se prolonga mucho el sistema de abrir un hueco para tapar otro y prorrogar y aplazar, llega un día en que todo se va de través; es como un barco ya muy viejo y remendado que de repente se abre... ¡plum!... y...».

§ III. Efectos terapéuticos. La estrella de mar combate las congestiones apopléticas que se desenvuelven lentamente y por movimientos fluxionarios sucesivos: en estos casos se observa la debilidad de la vista, las pulsaciones de las carótidas, sofocaciones en la cabeza, vértigos bruscos y como por sacudidas, contracciones musculares en las piernas, y estreñimiento.

Ana jamás había asistido a escenas semejantes; ella y don Álvaro no tomaban parte activa en la broma al principio, pero al fin le tocó a la Regenta algún pellizco, ninguno de Mesía, a este varios de Obdulia y Visita, y, sin pensarlo, Ana en la general contienda más de una vez sintió su espalda oprimida por la de Álvaro, y aunque huía el contacto delicioso, de un sabor especial, en cuanto lo notaba, el contacto volvía, y Ana iba sintiendo emociones extrañas, nuevas del todo, una inquietud alarmante, sofocaciones repentinas y una especie de sed de todo el cuerpo que hasta le quitaba la conciencia de cuanto no fuese aquel rincón obscuro, estrecho, donde cantaban, reían, saltaban.... Como una música lejana, dulcísima en su suavidad, recordaba todos los pormenores de la declaración amorosa de Mesía....

Orígen y causa hasta cierto punto de la sobreescitacion nerviosa que conduce á la astenia física, el estado del moral es en un todo conforme á esas disposiciones del sistema nervioso ganglionar y de relacion, disposiciones que, aun cuando la astenia sea profunda y tienda á la descomposicion, la escitacion tiene aun sus momentos de elevarse hasta la cólera, y la risa insensata, hasta la vivacidad de la memoria de los sentidos, hasta el encendimiento de la cara, las sofocaciones, la sensibilidad escesiva de los ojos á la luz.

A las dos de la tarde parto en el coche... entonces, señores, comienza un sueño... no un bello sueño... ¡no, por cierto!... sino una pesadilla espantosa, con todas las sensaciones correspondientes: vértigos, sofocaciones, opresión y caída en el vacío... y con uno que otro intervalo feliz, cuando me decía: «Todo saldrá bien. tienes buen corazón y buena voluntad.

Estúvose un buen rato sin responder y dijo después bruscamente: El que me hizo jurar eso fue el padre de mi hijo más pequeño. ¿Y dónde está el padre? preguntó cándidamente Elena. ¿Dónde está?... ¡Qué yo!... Se marchó hace muchos meses... Desde entonces estoy enferma... Su palabra, entrecortada por las sofocaciones, se iba haciendo incomprensible. ¿No guarda usted rencor al padre de ese niño?