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Pocos años después se presentaba en el teatro la Riquelme, bella joven, tan sensible por naturaleza, que, con admiración de todos, variaba de color, según el diálogo: si el asunto era alegre y fausto, su color era sonrosado, y si sobrevenía algo triste, se ponía en seguida pálida. En esto era tal, que nadie pudo imitarla. Hubo además otros cómicos que se distinguieron por sus notables dotes.

Veía la corte de Valencia con sus poéticos jardines de Ruzafa, donde los poetas cantaban versos melancólicos a la decadencia del moro valenciano, escuchados por las hermosas, ocultas tras los altos rosales. Y después sobrevenía la catástrofe.

Y sucedió, que cuando aquella inaudita desgracia sobrevenía, mi madre me daba a luz a esta vida desventurada, que he sufrido y sufro. Al ruido de las espadas acudieron algunos criados; pero cuando llegaron sólo hallaron los dos cuerpos sin vida de mi padre y de Lisarda, y el postigo abierto, por donde claramente, a lo que parecía, el autor o los autores de aquellas muertes habían escapado.

La calentura le exaltaba breves instantes, pero luego sobrevenía la extenuación. La carne toda se sentía fenecer. Era una sensación glacial, tenebrosa.

Si no se encendía á la hora acostumbrada, si sobrevenía el mal tiempo, le acusaba, le reprendía. «¡Ah! ¡Cordouan! ¡Cordouan! ¿No puedes traernos, blanco fantasma, más que huracanes?» Y, sin embargo, creo que debimos á él, en la tempestad de octubre, la salvación de nuestros treinta hombres. La embarcación se hizo trizas, mas se salvaron los que la tripulaban.

Ni por un instante ha podido usted forjarse ilusiones: es evidente que usted ha visto lo que sobrevenía, que ha previsto lo que debía acontecer, porque Zakunine, empeñado en disputar una mujer a su rival con la vehemencia que pone en sus pasiones, no había de vacilar ante el delito.

Por un segundo se abandonó, desfallecida, a esta imaginación de Julio que sobrevenía para salvarla de Muñoz. Y ambos huían de la pobre Laura. Pero luego estrujó el papel con impaciencia y sonrió con angustia. Raquel se retorcía las manos, consternada. ¡Déjala ir! Si supieras, Raquelita, qué inútil sería también esta carta. A Muñoz no podrás quererlo nunca.

Extinguiéronse los gremios y la clase media; sólo hubo nobles, orgullosos de ser criados de los reyes, y un populacho que pedía pan y espectáculos, como el romano, contentándose con la sopa de los conventos y las quemas herejes organizadas por la Inquisición. Después sobrevenía la ruina.

Esta vez desapareció por completo la confianza que Juanito tenía en la infalibilidad de su principal y del señor Morte. La ruina era indudable. El mismo don Antonio le había dicho que si no sobrevenía pronto la baja saltaría él a fin de mes con todos los jugadores que atendían los consejos del famoso banquero.

Quedaban en suspenso, conteniendo la respiración, los ojos súbitamente agrandados. Sobrevenía el golpe, encabritábase la proa, remontábanse en el espacio los dos fantasmas de espuma para desplomarse en cascadas, y un «¡ahde satisfacción descongestionaba los pechos.