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Stein había encontrado en una cómoda, cuya llave le entregaron al tomar posesión de su aposento, una suma de dinero, bastante a sobrepujar las más exageradas pretensiones. Adjunto se hallaba un billete, que contenía las siguientes líneas: «He aquí un justo tributo a la ciencia del cirujano.

Dos desgracias serían, que no creáis que mi desventurada señora pueda sobrevivir mucho a lo cruel de su desengaño: ella creía viendo lo que en vos veía, y cómo en sus ojos de amor agonizabais, que otra mujer que ella para vos no había en el mundo, ni otra gloria que la de Dios que sobrepujar pudiera en bienandanza a la gloria que vos gozabais enamorado por ella; y es tal y de tal manera la agonía que a mi señora atormenta y mata, que llamar ha mandado a un escribano, que hacer testamento quiere.

Las zonas sin límites de la América ofrecieron otro teatro á sus hazañas, tan osadas é increibles, que parecían sobrepujar á todas las ficciones de los libros de caballerías; allá se precipitaba la fogosa juventud, y la carrera de la gloria, que casi podía llevar á la consecución de la regia pompa, se mostró patente, como lo probaron algunos ejemplos, hasta á las gentes de un rango inferior; y si es cierto que los móviles más generosos fueron á veces eclipsados por otros mezquinos y por bajas pasiones, no puede negarse que pusieron á la disposición de la corona de Castilla grandes recursos, y que ciñeron el nombre español con perdurable aureola.

El Ferrer, ganoso de sobrepujar a sus rivales, tañía una guitarra, cantando a media voz, acompañado por el rodar de los truenos. El Cantó, metido en un rincón, meditaba nuevos versos. Algunos muchachos saludaban con expresiones burlonas la luz de los relámpagos que se filtraba por las rendijas de la puerta, y el Capellanet sonreía sentado en el suelo con la mandíbula apoyada en ambas manos.

Su coraza, ó si se quiere, su fortaleza de piezas movibles, retráctiles y reparables en caso de accidente, esa fortaleza, aplicada y anclada invenciblemente á la roca, y más aún á la roca socavada que forma como un muro, de suerte que el enemigo no encuentre punto vulnerable para volar la ciudadela, es un sistema completo imposible de sobrepujar.

¡Bendito sea el poderoso Alá! -dice Hamete Benengeli al comienzo deste octavo capítulo-. ¡Bendito sea Alá!, repite tres veces; y dice que da estas bendiciones por ver que tiene ya en campaña a don Quijote y a Sancho, y que los letores de su agradable historia pueden hacer cuenta que desde este punto comienzan las hazañas y donaires de don Quijote y de su escudero; persuádeles que se les olviden las pasadas caballerías del ingenioso hidalgo, y pongan los ojos en las que están por venir, que desde agora en el camino del Toboso comienzan, como las otras comenzaron en los campos de Montiel, y no es mucho lo que pide para tanto como él promete; y así prosigue diciendo: Solos quedaron don Quijote y Sancho, y, apenas se hubo apartado Sansón, cuando comenzó a relinchar Rocinante y a sospirar el rucio, que de entrambos, caballero y escudero, fue tenido a buena señal y por felicísimo agüero; aunque, si se ha de contar la verdad, más fueron los sospiros y rebuznos del rucio que los relinchos del rocín, de donde coligió Sancho que su ventura había de sobrepujar y ponerse encima de la de su señor, fundándose no si en astrología judiciaria que él se sabía, puesto que la historia no lo declara; sólo le oyeron decir que, cuando tropezaba o caía, se holgara no haber salido de casa, porque del tropezar o caer no se sacaba otra cosa sino el zapato roto o las costillas quebradas; y, aunque tonto, no andaba en esto muy fuera de camino.

Todas trabajaban y todas hablaban. La impaciencia era grande por saber cuándo llegaría el general. Esto por una parte, y la rivalidad por otra que existe entre las de Lucban y Tayabas, hacía que la impaciencia de las últimas subiese de punto, deseando saber si podrían ó no sobrepujar á las primeras.

El pobre mozo del bar, amigo Ojeda, ese rubio con bigotes a lo kaiser, se movía incesantemente de una mesa a otra, descorchando botellas de champán, llenando copas, recogiendo del suelo vidrios rotos. Al principio estaban por grupos: a un lado los sudamericanos, al otro los yanquis y los ingleses, más allá los alemanes, pretendiendo cada uno sobrepujar al vecino en generosidad.

El hijo de Harun se jacta de que sabrá mover el Oriente y el Occidente con la misma facilidad que si fueran piezas de ajedrez: bravata verdaderamente asiática, pero que compromete á los emancipados sultanes de Andalucía á sobrepujar, siquiera sea por arte satánica, en fasto, en gloria, en prestigio y poderío, á los que así presumen ser árbitros del mundo.

Lo que yo admiro más en los Estados Unidos, hasta por el candor juvenil y casi infantil del sentimiento, es su prurito de acometer portentosas y difíciles empresas y de ver si logran sobrepujar en todo á los europeos.