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Raquel, agachada bajo los golpes de Adriana, abría un medallón que llevaba al cuello con el retrato de su padre y exclamaba sollozando: "Para que papá vea lo que haces". Después, sobrecogida, se echaba a correr, seguida de Adriana y cubriéndose la cabeza con las manecitas abiertas. Pero Adriana ya no corría para pegarle, sino enloquecida de súbita piedad.

Germana quedó sobrecogida de espanto ante aquella explosión de ira, y sus ojos se volvieron hacia la casa como en demanda de auxilio. Señora dijo temblorosa , si para eso ha venido usted a mi casa...

Quedose María al verla sobrecogida y temerosa, porque adivinó con su instintiva perspicacia, o más bien con lo que el vulgo llama corazonada, el objeto de aquella visita.

¡Señora! dijo a la desconocida , usted es la señora Chermidy. Esta se levantó a su vez y avanzó hacia Germana como para pasar sobre su cuerpo y contestó: , soy la madre del marqués y la esposa, ante Dios, de don Diego. ¿En qué me ha reconocido? Por el tono con que ha hablado del niño. Fue dicho esto tan dulcemente, que la señora Chermidy se sintió sobrecogida por un sentimiento extraño.

Y era tanta la ligereza, la volubilidad de su divagación, que le pareció subir oscilando, suavemente, como la Virgen, bajo una claridad de gloria. La trajo a la realidad, de pronto, un gemido de Raquel. Acudió corriendo, sobrecogida por una compasión inenarrable. Encendió la luz.

Luego te escucha a ti; y la mirada atenta y buena tiene una pureza absoluta. "¿Qué significa, te preguntas, esa inconsciente virtud que protege sus hechizos?" En tu recuerdo no hay ahora una mujer comparable a ella. La miras como a un ser sobrenatural. De pronto, durante un minuto de silencio, estalla un lloro lamentable. Es en la estancia contigua, el niño. Ella corre, sobrecogida como .

Una compasión inmensa le dolía en el corazón y le ponía en los ojos un fulgor ardiente de ternura. Todo el aspecto de la muchacha era una viva lamentación de pena y de trabajo; el médico veía con espanto que Carmen finaba lentamente, en un profundo descuido de la vida. Nada se dijeron al verse en el cuarto de Julio; se buscaron los ojos, y ella bajó los suyos, cobarde y sobrecogida.

En el corredor se tropezó con Carmen; parecía haberse olvidado de ella, y al verla dió un gruñido y trató de hacerla una caricia. Sobrecogida, no pudo evitar un ligero grito al esquivar su cuerpo inmaculado de las manazas brutales del hombrón. Salieron doña Rebeca y Narcisa de sus habitaciones, como dos víboras de sus escondrijos, silbando: ¡Loca!... ¡Si está loca!... ¿Qué escándalo es éste?...

Y en vez de concluir la frase, dio un puntapié a los molosos que de un brinco abandonaron la casa. Ven dijo en seguida, voy a llevarte. Subimos la escalera, en silencio, sin mirarnos. «¡Ahora eres una extraña para élme dije. Y me sentí sobrecogida de angustia, como si acabara de perder una felicidad acariciada desde mucho tiempo.

El curioso no se atrevía á continuar investigando: ya iba á despedirle mal de su grado, cuando Clara vió que tenía una mano ensangrentada, y exclamó sobrecogida: ¡Está usted herido! No es nada: un rasguño. Pero sale mucha sangre. ¡Jesús! tiene usted la mano destrozada. ¡Oh! no es nada.... Con un poco de agua.... Voy al momento.