United States or Afghanistan ? Vote for the TOP Country of the Week !


Allen se acercó al muro, se puso de espaldas a él y sacó un pequeño anteojo de bolsillo. Estábamos Smiles y yo mirándole con ansia, cuando vimos que dos hombres blancos se arrastraban por detrás de un muro a observar lo que hacía Allen. Al ver que nos habíamos dado cuenta de su espionaje, los hombres se abalanzaron sobre nosotros, y tras ellos diez o doce moros que estaban escondidos.

Ryp suponía que teníamos algunos datos, y nos aseguro que, mientras no dijéramos lo que sabíamos, no saldríamos de allá. Allen estaba dispuesto a callar. Smiles y yo nada podíamos decir, porque nada sabíamos. Estuvimos en aquella barraca un mes; nos daban comer un poco de pan, pescado salado, leche y miel. Los moros del aduar eran la mayoría salvajes; mestizos de negros.

El señor Smiles traspasó su establecimiento, yo abandoné mi empleo, y, en compañía de Allen, los tres bien armadas, fuimos a Las Palmas. Aquí alquilamos una goleta, con tripulación y todo, y nos dirigimos al río Nun.

El alto y grueso parecía un poco turbado; el otro, sonriendo con una sonrisa insinuante, me dijo en castellano, con acento andaluz: ¿Podría usted escucharnos media hora? , señor, con mucho gusto. Hagan el favor de sentarse. ¡Gracias! contestó el bajito, y añadió en inglés, dirigiéndose a su compañero : Siéntese usted, Smiles. Se sentron los dos. ¿No es usted español? le pregunté al moreno.

De pronto, Smiles exclamó: ¡Maldición! La luna llena. Nos van a descubrir. Efectivamente, la luna salió, iluminando la playa con una fuerza tal que se veían todos los montículos y piedras. Yo, en aquel momento, me acordé de que el patrón de la goleta alquilada en Canarias se había comprometido a acercarse a la desembocadura del río todos los meses en el plenilunio.

Era éste un conjunto de cabañas miserables, hechas con palos, piedras y barro, cubiertas unas con hierbas y otras con un tejido especial formado por pelo de camello o de cabra. Nos encerraron en una choza, y Ryp y van Stein Stein nos comenzaron a interrogar. Smiles y yo dijimos la verdad: que nos habían dicho que allí había un tesoro y que habíamos ido a buscarlo.

Me encargaron de buscar un socio capitalista que pusiera los medios necesarios para ir adonde está el tesoro; y yo encontré al señor Smiles. ¡Presente! dijo el hombre alto y rojo, llevándose la mano a la cabeza y haciendo un saludo militar. Bueno. Cállese usted replicó el joven moreno . Como decía, encontré al señor Smiles, que tenía un saloom bar en Liverpool.

Un año después recibí una carta del joven Small y un paquete pequeño: «El tesoro nos ha dado mala suerte decía . Fuimos al Nun con una tropa de quince hombres armados. Al ver que descubríamos las cajas enterradas y nos las llevábamos, Ryp y los suyos nos atacaron a la desesperada. En la refriega, Smiles y Ryp murieron; van Stein quedó malherido y dos de nuestros hombres cayeron prisioneros.

Todavía estábamos en el quinto mes. Si había cumplido su palabra y la goleta estaba allá, podíamos darnos por salvados. Smiles y yo, saltando por encima de aquella arena movediza, llegamos a la desembocadura del río. Allá estaba la goleta; sin duda se disponía a partir. ¡Socorro! ¡Socorro! gritamos Smiles y yo desesperadamente, uniendo nuestras voces.

Estuvo un cuarto de hora, y después se encaminó hacia el río, y apoyándose en una piedra de la orilla, dijo: «Aquí está». No acababa de decir esto cuando van Stein le disparó un pistoletazo a boca de jarro y lo dejó muerto. Smiles y yo echamos a correr, temiendo que siguieran con nosotros.