United States or Suriname ? Vote for the TOP Country of the Week !


¡Chocarme a nada de eso! exclamó don Adrián levantándose de la silla, tembloroso y con los ojos empañados . ¡Creer que me cierra usted las puertas de su casa... cuando voy, eso es, a cerrármelas yo mismo!

Los nervios, alterados, se fueron sosegando poco á poco, y permaneció en la silla sin hacer movimiento alguno, con los ojos muy abiertos, emboscado en vaga y sombría meditación. Las voces de la tienda le sacaron al fin de ella. Se levantó, encendió un cigarro y guardó de nuevo los libros en el armario. Tomó la lámpara y fué á la habitación contigua á buscar su capa para salir.

Nené tiene que bajar el libro de la silla. ¡Cómo pesa este pícaro libro! Ahora que se puede ver bien todo. Ya está el libro en el suelo.

Confiole a Ramiro, sin rodeos, las sordideces y mezquindades de aquella asfixiante existencia de sacristía, y díjole el furor y la insólita crueldad con que todos sus colegas se habían ligado en contra suya cuando se trató de ofrecerle una silla episcopal. Los muy bellacos y alicortos decía barruntan que apenas el águila se encarame y pueda hender el espacio, volará muy alto, muy alto.

1 Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni se sentó en silla de burladores; 2 antes en la ley del SE

Buenas noches, Maximina dijo nuestro joven acercándose a ella. ¡Ay! buenas noches. ¿Aún no se ha decidido V. a bailar? No señor. Pues yo . La niña le miró sorprendida. Pero antes quiero descansar un poco al lado de V. ¿No hay por ahí una silla? Voy por ella ahora mismo repuso muy azorada. Y entrando en el estanquillo, salió con una que colocó bastante lejos de la suya.

En fin, ¿vos sois en la villa Quien al mismo Rey no da Dentro de su casa silla; El rico-hombre de Alcalá, Que es más que el Rey en Castilla? ¿Vos sois aquél que imagina Que cualquiera ley es vana?

Doña Blanca siguió silenciosa, lanzó una mirada al Comendador, entre iracunda y despreciativa, y se dejó caer de nuevo en el sillón, como aplanada. Entonces se sentó el Comendador en una silla, y prosiguió hablando. Mi resolución dijo, es irrevocable.

Don Diego se le ofreció mucho, y preguntándole su nombre, salió el ventero y puso los manteles, y oliendo la estafa, dijo: -Dejen eso, que después de cenar se hablará, que se enfría. Llegó un rufián y puso asientos para todos y una silla para don Diego, y el otro trujo un plato.

Juana, en medio de la confusión y estupor general, completamente despejada, de pie también, fría, impasible, se apoyaba con una mano en una silla.