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Estos dos hombres silenciosos, que avanzaban como dos sombras, eran los hermanos Juan y Simon Maillard. Estéban, ¿qué se hace por aquí á estas horas? Juan, ¿qué importa á nadie lo que yo hago? Atiendo á mi oficio de Preboste de la ciudad. ¡Voto á brios! exclamó Juan Maillard, que era su compadre; el diablo cargue conmigo, si estais aquí para nada que huela á bueno.

Divès acaba de partir para Falsburgo, conoce al comandante de la plaza..., y si envía solamente varios centenares de hombres en nuestro socorro... No hay que contar con eso interrumpió la anciana ; Marcos puede ser cogido o muerto por los alemanes; y aunque supongamos que consiga atravesar las líneas enemigas, ¿cómo podrá entrar en Falsburgo? Todos permanecieron silenciosos.

Maltrana contemplaba los perros, que abrían la marcha, silenciosos, con el cuello estirado y las orejas avanzadas, husmeando el negro horizonte, sin un gruñido, sin prestar atención a los compañeros de raza que ladraban en las lejanas huertas. Llevaban más de una hora de marcha, sin ver las tapias de El Pardo.

En vez de los grupos alegres y bulliciosos de antes, en las aceras se veían parejas de la Guardia Veterana haciendo circular á los estudiantes, que salían de la Universidad silenciosos unos, taciturnos, irritados otros, estacionaban á cierta distancia ó se volvían á sus casas. El primero con quien se encontró fué Sandoval. En vano le llamó Basilio; parecía que se había vuelto sordo.

Los vi internarse en él sin sentir celos, y fue para un placer indecible el guardar la puerta para que nadie los sorprendiera. Cuando reaparecieron, estaban silenciosos y fijaban en el suelo sus miradas serias y tristes. No, no se había declarado, bien lo vi a la primera ojeada, pero había hablado del porvenir e insinuado sin duda algunas palabritas de tímida esperanza.

Recomenzó, automáticamente, sus días de obraje: silenciosos mates al levantarse, de noche aún, que se sucedían sin desprender la mano de la pava; la exploración en descubierta de madera; el desayuno a las ocho, harina, charque y grasa; el hacha luego, a busto descubierto, cuyo sudor arrastraba tábanos, barigüís y mosquitos; después el almuerzo, esta vez porotos y maíz flotando en la inevitable grasa, para concluir de noche, tras nueva lucha con las piezas de 8 por 30, con el yopará del mediodía.

En sustancia, el ex-gobernador interino de Tarragona vino a decir que el excusador de Peñascosa nunca había sido santo de su devoción. Los caracteres retraídos, mansos, silenciosos, no le habían dado resultado.

¡Es el Rey! exclamó. ¿Quiere usted decirme, coronel Sarto, qué significa la broma de que hace poco pretendía usted hacerme objeto? Nadie contestó; los tres seguimos silenciosos ante ella. Prescindiendo de testigos, me abrazó y me dio un beso. Entonces dijo Sarto, con voz ronca y baja: No es el Rey. No lo acaricie Vuestra Alteza; no es el Rey.

Evitaba presentarse en la plaza Nueva, donde se reunían en grupos los huelguistas de la ciudad, inmóviles, silenciosos, siguiendo con miradas de odio a los señores que intencionadamente pasaban por allí con la cabeza alta y una expresión de reto en los ojos. Montenegro dejó de pensar en la huelga, atraído por otros asuntos de mayor interés.

Tras de Marner y su hija, un fresno de la cerca formaba una pantalla recortada que los protegía contra los rayos del sol y proyectaba sombras felices y alegres alrededor de ellos. Papá dijo Eppie muy dulcemente, después que hubieron quedado silenciosos un instante , si yo llegara a casarme, ¿me pondrían la sortija de mi madre?