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19 Entonces Nabucodonosor fue lleno de ira, y se demudó la figura de su rostro sobre Sadrac, Mesac, y Abed-nego; habló, y mandó que el horno se encendiese siete veces más de lo que cada vez solía. 20 Y mandó a hombres muy vigorosos que tenía en su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac, y Abed-nego, para echarlos en el horno de fuego ardiendo.

Por otro lado, los cursos de las facultades profesionales han sido extendidos y son ahora de seis años en derecho e ingeniería, y de siete en medicina. En 1914 la ciudad de Tucumán celebró el centenario de su erección en provincia, y el mismo año se fundó la universidad.

El principio que persiste, que no muere y que se reincarna, es el tercero de los siete que componen nuestro ser, se llama Manas, y es como la raíz imperecedera de nuestro individuo. Por cima de Manas no hay más que Budhi y Atma. Atma es el más alto principio de vida, el alma del Universo, y Budhi el lazo que a Atma nos une.

A las seis y tres cuartos, me hice á la vela, y á las siete y media varé, y aunque se trabajó muchísimo no fué posible sacar la embarcacion. A las diez fué el bote, y puso 9 balizas en la canal.

Aqui llegabamos con nuestra platica, quando Pancracio puso la mano en el seno, y sacó dél una carta con su cubierta, y besandola, me la puso en la mano: leí el sobrescrito y vi que decia desta manera. A Miguel de Cervantes Saavedra, en la calle de las Huertas, frontero de las casas donde solia vivir el Principe de Marruecos, en Madrid. Al porte: medio real, digo diez y siete maravedís.

Era peritísima y agilísima para ayudar a cualquier mujer en los más duros trances de Lucina, y muchas se confiaban y se entregaban a ella, porque jamás se le había desgraciado ninguna criatura, y porque la madre como no fuese muy enclenque, a los seis o siete días de salir de su cuidado estaba ya en pie, y a menudo iba a misa, y si se presentaba la ocasión bailaba el bolero.

No se podía, como en la novena de la Concepción, colgar el templo de azul y plata, ni colocar un templete de cartón delante del retablo del altar mayor imitando capilla gótica de marquetería; pero todo lo que fue compatible con los siete Dolores de la Virgen se hizo: el lujo fue majestuoso, triste, fúnebre. Todo era negro y oro.

Lionel Gould un nombre de teatro había sido estudiante; pero su afición á la vida intensa y á las novelas de aventuras le hicieron abandonar la casa de sus padres á los diez y siete años, yéndose á Texas para llevar la existencia ruda de los cow-boys que tantas veces había admirado en los libros. A los veintidós años, otro cambio de aficiones.

El doctor subió la larga escalinata de la estación, y al salir al puente del Arenal vió muchos balcones colgados con trapos de colores é inscripciones en loor de la Virgen de Begoña. En las Siete Calles, lo más típico y tradicional de la población, las casas empavesadas ofrecían el aspecto de un villorrio.

En Madrid, a veinte y siete de febrero de mil y seiscientos y quince. El licenciado Márquez Torres.