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La tonta es una en guardar consideraciones a quien no las merece. Y luego, ¿quién me va a rechazar? ¡La de Osorio! ¡Olé mi vida!... Siento mucho decírtelo, hijo, aunque bien debes saberlo.

Yo mismo añadió siento cierto remordimiento al pensar en mi abuelo. ¡Pobre señor!

Se había puesto ante un ojo su lente de disminución para contemplar el rostro del Gentleman-Montaña, y esto le hacía sonreir dulcemente. Creo llegado el momento dijo con voz insinuante de mostrarle mi alma. Mientras usted vivía á cubierto de peligros, yo no me atreví á decirle lo que siento. Me dominaba la timidez de todo el que ha pasado su existencia entre libros, viendo de lejos á las personas.

Lo siento por lo que pensará de España... Lo siento por don Quijote dijo haciendo su maleta en la madrugada. Y huyó, yendo a perderse en París, adonde la inglesa no iría a buscarle. Odiaba a esta ciudad ingrata por la silba del Tannhauser, suceso ocurrido muchos años antes de nacer ella.

Es mi padre sin duda: ¡si te hallára! ¡oh, no sabes su altivez cuán fiera! ¡de la espesura próxima te ampara! ¡ten compasion de , que me matára si una sombra de duda concibiera! ¿Y no he de verte? . ¿Cuándo? En la hora del silencio y del sueño: ¡huye, bien mio! ¿Y dónde te he de hallar? En la Almanzora: yo en la reja estaré: ¡sálvate ahora! ¡líbrame del terror que siento impío!

me las ha dicho; pero como ya no me las ha de decir.... Pero como ya no te las ha de decir ¿atentas a tu vida? Dime, tonta, arrojándote a ese agujero ¿qué bien pensabas alcanzar?, ¿pensabas estar mejor? , señor. ¿Cómo? No sintiendo nada de lo que ahora siento, sino otras cosas mejores, y juntándome con mi madre.

Siento por él una simpatía de clase: era un poeta. En su libro de Las Profecías se han encontrado versos mediocres, pero ingenuos, que indudablemente son de él.

No me incumbe aprobar ni reprobar aquí el despotismo, aunque sea con ilustración, ni mostrame partidario o adversario del cacicazgo. Yo tomo y empleo el vocablo en cierta acepción, como generalmente se emplea, aunque siento que contenga implícita una injuria para las poblaciones en que hay cacique, porque es suponerlas salvajes, y no quiero calificar de tales a los de Villalegre.

Hoy somos desgraciados; yo tanto como , pues he perdido lo que me hacía sobresalir sobre los demás hombres, y tal vez no lo recobre nunca... Pero tu situación es todavía peor; eres mujer, eres más pobre, y yo me siento atraído hacia ti y te digo lo que nunca hubiese dicho de seguir los dos en nuestra antigua posición, encerrados en nuestro orgullo.

Perdóneme usted este rasgo de orgullo póstumo. Hoy ya no lo siento, y porque no lo siento puedo decirle, amigo Aldama, que por encima de la gloria literaria, por encima de toda gloria humana, hay algo que los hombres deben respetar, y cuando no lo respetan dejan de ser hombres. Quede usted con Dios. ¿Hay Dios o no hay Dios? Si lo hay ¿dónde está?