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En 7 de setiembre de 1523 se comenzó pues la nueva fábrica, dirigida por Hernan Ruiz, maestro de arquitectura el mas afamado que habia por aquel tiempo en Andalucía. El obispo D. Alonso Manrique, promotor de la obra, habia sido ya presentado por el emperador para el arzobispado de Sevilla: tambien habia sido presentado para sucederle en el obispado de Córdoba D. Fr.

Tuviéronlos casi todas las poblaciones de alguna importancia, y más de uno las que, como Sevilla, Granada, Valencia y Zaragoza, descollaban entre las demás.

De aquellos miles de estampas no ha quedado una en Sevilla.

Grande, sincero y mil veces demostrado es el amor que Vd. tiene por Sevilla, y como de cosas de esta nuestra tierra viejas unas por su antigüedad y nuevas otras, por no ser muy conocidas, tratan las páginas que siguen, á esto atribuyo la predilección que me manifestó por ellas, que muy expuesto estuviera á equivocarme si á vanidad de autor pudiera achacar otra cosa.

Sinembargo, pocas ciudades tienen en la península el privilegio que posee Sevilla. Madrid, Barcelona, Cádiz, Búrgos, etc., son esencialmente españolas. Valencia es medio morisca, pero muy inferior en cuanto al arte á las dos ciudades andaluzas mas notables. Córdoba es casi toda morisca.

El enredo, según se recuerda fácilmente, se asemeja al de La Estrella de Sevilla, y se funda, como él, en una costumbre de la Edad Media, con arreglo á la cual el asesino se entregaba á los parientes del asesinado para que lo castigasen ó perdonasen.

Pero ¿dónde están los barcos? preguntó Nieves. ¿Qué barcos, hija? Los del puerto. No veo ninguno. Eso es harina de otro costal... ¿No recuerdas lo que, a este propósito, te leí en Sevilla, de la carta de don Claudio? Es verdad: que no hay más que un vapor... cuando le hay. Pues ahora no está.

Cuando al final se convencía de que el oro no era abundante y costaba mucho de acopiar, proponía, para la obra santa de la conquista de Jerusalén, establecer un comercio de esclavos indios en la Península, tráfico que podía dar una ganancia anual de cuarenta millones de maravedíes. Y a continuación enviaba las primeras muestras de indígenas al mercado de Sevilla.

De otras pinturas de Juan del Castillo se han perdido no pocas, que fueron celebradas en su tiempo y de las cuales sólo la memoria queda. Con su academia muy concurrida de discípulos, continuó el maestro residiendo en Sevilla hasta 1639, año en que, por motivos que ignoro, se trasladó á Cádiz, donde fijó su residencia.

Hizo Duque Cornejo algunas esculturas en la capital de España, y volvió á Sevilla años después, marchando al poco tiempo á Granada, donde fué llamado para ejecutar varias figuras y adornos en la capilla de las Angustias.