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Nuestros reyes concedieron privilegios á los castellanos establecidos en Honfleur y Dieppe, mientras que los dieppenses poseían factorías en Sevilla. No puede afirmarse que un dieppés haya descubierto la América cuatro años antes que Colón; empero poca duda cabe que los Pinzones de Andalucía eran armadores normandos.

Fueron de parecer #los gitanos de ir a Sevilla, pero# la abuela de Preciosa dijo que ella no podía ir a causa que los años pasados había hecho una burla en Sevilla a un gorrero llamado Triguillos, muy conocido en ella, al cual le había hecho meter en una tinaja de agua hasta el cuello, desnudo en carnes, y en la cabeza puesta una corona de ciprés, esperando el filo de la media noche para salir de la tinaja a cavar y sacar un gran tesoro que ella le había hecho creer que estaba en cierta parte de su casa.

De él pudo decir un ingenio sevillano lo siguiente: «Entre los señalados varones en Letras naturales de Sevilla, pone D. Nicolás Antonio al Excmo Sr.

La casa que ésta habitó en Sevilla túvola en gran estima y de ella escribía que «no la había mejor ni mejor puesta. Paréceme que no se ha de sentir en ella el calor. El patio parece hecho de alcorza

El Gallardo de Sevilla era diferente al de aquí. ¿Que es usted el mismo?... No lo dudo; pero para es otro... ¿Cómo explicarle esto?... En Londres conocí yo a un rajá... ¿Sabe usted lo que es un rajá? Gallardo movió negativamente la cabeza, sonrojándose de su ignorancia. Es un príncipe de la India.

El alcázar de Sevilla es hijo de la misma época que la Alhambra, es una imitacion, es hasta cierto punto una reproduccion de la Alhambra misma; mas tiene un carácter peculiar, distinto, muy distinto del de su modelo.

Estando en esto, vino a nosotras un caballero, ya no joven, pero al que tampoco podía llamársele viejo, que era el que en aquel apretado trance nos había socorrido, y en él para nuestra desdicha, porque nos impidió aceptar de él más socorro, reconocimos a un señor capitán, persona muy noble y muy rica, y de mucho respeto en Sevilla, y como poeta no mal reputado; en una palabra, el capitán don Baltasar de Peralta, del que tan acerbas e impías memorias tiene la hermosa doña Guiomar, vuestra amiga, y tan perseguida de él se encuentra.

Veíanse allí el Mundo, la Prudencia, la Vigilancia, la Razón, la Verdad, la Constancia, la Clemencia, la Fuerza, la Paz, la Religión y otros muchos personajes alegóricos . Los mismos Anales hacen también mención, en el año de 1532, de los autos sacramentales, que se acostumbraba representar en Sevilla en la fiesta de Navidad.

En lo que se refiere a Luis Tristán, si pudo ver algún trabajo suyo en Sevilla, claro esta que le admiraría como admiró más tarde al Greco de quien aquél era discípulo, pero no le tomó por guía. Fuese por instinto, fuese por convicción, no siguió dócilmente ningún estilo personal.

Sin nada que ofenda los más pudorosos escrúpulos todo es alegre, chistoso y hasta regocijado en un principio. La pintura del lugarejo, cerca de Sevilla, llamado Cascotes, y donde se desenvuelve la acción, parece exactísima copia de la realidad realzada y animada por el ingenio y por el arte, si bien el arte, discreto y velado, no deja huella en lo escrito, que parece todo espontáneo y fácil.