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El sargento Servando Gómez, era oriundo de Corrientes, y como soldado del de línea, había hecho las campañas del Paraguay y del interior, a las órdenes del general Arredondo. Era, pues, un veterano como yo.

El conde Servando habia emparentado con un obispo perjuro y de pésima condicion, cuyo nombre de Hostigesio ú Hostigesis se divisa como un negro borron en la historia de la Iglesia mozárabe; y este era el mas ardiente promovedor de aquellas divisiones y cismas.

Otro obispo, por nombre Samuel, depuesto por justas causas de la silla Eliberitana, se vino igualmente á Córdoba, y renegó, uniéndose á los muzlemitas. Autorizado con el poder que el favor de la corte daba al malvado gobernador de los cristianos Servando, su pariente, fué uno de los que mas atribularon á los fieles.

Conque hagamos punto final. Réstame añadir que dedico estas pobres páginas, como recuerdo cariñoso, á mis amigos los Excmos. Sres. D. Servando Ruiz Gómez y D. José España, y á mi camarada Dióscoro Puebla.

Que el Conde de los Cristianos bajo el Califato era en todo dependiente de la voluntad del Sultan, se deduce claramente de lo que ocurrió en tiempo de S. Eulogio con el Conde Servando, famoso por su perfidia, el cual, segun afirman Alvaro Cordobés y el abad Sanson, llegó á aquella dignidad á fuerza de obsequios y regalos que hizo á los Palatinos, y logró orden del rey para exigir nuevos y exorbitantes tributos de los Cristianos, á quienes debía amparar.

El legítimo obispo de Córdoba, Valencio, y el asidonense, Miro, pronunciaron en nombre de todos los prelados fieles la inocencia del abad: Servando y Hostegesio resentidos, maquinaron la deposicion de Valencio; sugirieron al rey que no podia haber paz mientras aquel no fuese depuesto, protestando que era la causa de todas las inquietudes y trastornos; decretóse lo que pedian, que era la celebracion de uno de aquellos conciliábulos no raros en tan infelices tiempos, y juntando precipitadamente unos cuantos obispos y clérigos de la faccion de la corte, lograron que pronunciasen sentencia de deposicion contra Valencio, poniendo en su lugar, con infraccion de todos los requisitos canónicos, á Esteban Flacco, persona de su confianza, cuya residencia establecieron en la iglesia de S. Acisclo por no atreverse á consumar su obra echando á Valencio de la catedral.

Servando por su parte, no obstante la bajeza de su orígen, pues descendia de esclavos de la iglesia de Córdoba, habia escalado con sus maldades la dignidad de conde de los cristianos; honra que solo correspondia á los de linage ilustre; y baste saber que era avariento, soberbio, cruel, malvado finalmente en todo, para imaginarse hasta dónde llegaria lo opresivo de su conducta.