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Los gateras le seguían, acompañados de algunos más; los serenos le dirigían de lleno la luz de sus linternas, y los transeúntes se paraban mirándole alejarse, seguros de que no era difunto ni estaba desmayado, sino simplemente borracho. Subió la calle de la Montera, y preguntó por la calle de Válgame Dios, porque había resuelto dirigirse á Casa de su tío.

Recorrió varias calles gozando este sosiego extraño parecido á un letargo. Su pensamiento y su corazón permanecían quietos. Reinaba un silencio profundo en aquella última hora de la noche. Ni un transeunte se tropezaba por casualidad en las calles. Sólo sus pasos sonaban sobre la acera y de vez en cuando el silbo agudo del pito de los serenos.

Parece muy satisfecha con escuchar solamente, girando sin cesar sus ojos serenos de uno a otro interlocutor y sonriendo a menudo cuando se dirigen a ella. Al llegar a cierto punto, se oye la voz del traspunte. Señorita Clotilde, cuando V. guste... Vamos allá dice levantándose.

D.ª Rafaela quedó un poco sorprendida de aquel modo original de saldar cuentas; pero viendo el rostro de Godofredo cubierto de rubor, sus ojos serenos, inocentes, posarse dulcemente sobre ella con encantadora expresión de vergüenza, no pudo menos de sonreír. ¡Conque regalitos, eh! Vamos, no se ponga usted colorado. El hijo predilecto de la Iglesia se puso mucho más rojo aún.

Y saltaron á su memoria de improviso los instantes felices de aquellos amores serenos y límpidos como los pensamientos de la infancia, desde aquella tarde en que su manecita blanca le arrojó una rosa de Alejandría, estando en el jardín, hasta la noche reciente en que aquella misma mano le dió un pellizco, mientras su dueño le decía al oído: «¿Qué tienes?

Eran mujeres iguales á las que lloraban ó gritaban de entusiasmo al otro lado de la verja; sin colorete, sin artificios, con el pelo libre de postizos, con las mejillas limpias y los ojos agrandados por una emoción que había venido á sustituir los antiguos retoques del lápiz negro: ojos serenos que miraban al porvenir heroicamente, adivinando la proximidad de la desgracia.

La silueta de los lejanos bosques, le hacía pensar en el asunto de los deslindes y de pronto se decía, no sin una secreta satisfacción, que entre los usuarios de Val-Clavin estaba una cierta viuda, de serenos y límpidos ojos, de cabellos castaños que le caían en graciosos rizos sobre las sienes, en compañía de la cual había pasado una agradabilísima velada.

Doce leguas de crestas enmarañadas, separadas por gargantas profundas, detienen frecuentemente al viagero en medio de sus riscos; y cuando cae la nieve en abundancia por la noche y llega á encubrir los desfiladeros, es necesario aguardar á que el sol de algunos dias serenos la derrita para ver despejados los senderos que, aun entónces, solamente en fuerza de la habitud pueden encontrar los guias.

Los vapores del champagne habían coloreado sus mejillas fuertemente y le producían alguna sofocación. Mientras hablaba no cesaba de darse aire con el pañuelo. Sus ojos, tan fijos y serenos ordinariamente, habían adquirido singular movilidad y cierto brillo malicioso que consiguió llamar la atención de Suárez el ingeniero.

Los grandes poetas gozan el privilegio de fundar ciclos donde van a reunirse los que cierta misteriosa simpatía y una evidente semejanza en la manera de sentir y pensar arrastra hacia ellos. Sin remontarnos a tiempos antiguos, y fijándonos solamente en la época moderna, saltan a la vista ejemplos. Ahí está Goethe con su brillante falange de poetas alegres, serenos, razonadores y sensibles.