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¡Oh!, después, sentirse uno absolutamente puro, perteneciente a la sustancia divina; reconocerse uno parte de ella, y todito con aquel gran todo... ¡Qué dicha tan grande! ¡No padecer...! murmuró la prójima inclinando su cabeza sobre el pecho de él . ¡No temer si le hacen a uno esta o la otra perrería...!, no verse en agonías nunca y gozar, gozar, gozar...

A veces Adán recordaba el manzano del Paraíso y la serpiente enrollada á su tronco que había dado consejos á su mujer, inspirándole estúpidos deseos. Pero al contemplar luego su huerto, se encogía de hombros. La obra de sus manos le parecía más firme y de mayor porvenir que la creación improvisada del Paraíso. Podía sentirse orgulloso de su obra continuó el viejo , pero su trabajo le costaba.

Dimmesdale era de suyo un rico tesoro, de modo que el oyente, aunque no comprendiera nada del idioma en que el orador hablaba, podía sin embargo sentirse arrastrado por el simple sonido y cadencia de las palabras. Como toda otra música respiraban pasión y vehemencia, y despertaban emociones ya tiernas, ya elevadas, en una lengua que todos podían entender.

Con tal motivo nuestro caballero empezó a sentirse inquieto por la suerte de su hermana. Si no fuera por el amor entrañable, frenético, que ésta profesaba a su prometido quizá hubiera pensado en desbaratar su unión. Elena se apresuró a cortar la conversación. ¡Ea, basta de filosofías! exclamó con acento mimoso . Yo soy la obsequiada en este día y nadie se ocupa de para nada.

Quien le viese sentado en su escaño de madera ennegrecido por el tiempo y el humo, con un libro entre las piernas y el candil pendiente sobre su cabeza, no podría menos de sentirse sobrecogido de respeto.

Reyles, recién inventado, por cuya estupenda virtud se hace sentir por medio del libro, lo que no puede sentirse en la vida sin grandes dolores, lo que no puede pensarse sino viviendo, sufriendo, y quemándose las cejas sobre los áridos textos de los psicólogos. Esta afirmación del Sr.

"La prisión, la tortura y la muerte constituían una trinidad bajo cuya protección la sociedad podía sentirse segura, dice el coronel Ingersoll... Hace algunos años solamente, que más de 200 ofensas eran penables con la muerte, en la Gran Bretaña.

Notadas que fueron las cuales por don Víctor exclamó este: ¿Ves? ya lloras; buena señal. La tormenta de nervios se deshace en agua; está conjurado el ataque, verás como no sigue. En efecto, Ana comenzó a sentirse mejor. Hablaron. Ella manifestó una ternura que él le agradeció en lo que valía. Volvió Petra con la tila.

El común entusiasmo confundíales con los otros señores, grandes comerciantes o funcionarios públicos, que discutían con ellos acaloradamente las cosas del toreo, sin sentirse intimidados por su aspecto de pedigüeños. Todos, al ver al espada, le abrazaban o le estrechaban la mano, con acompañamiento de preguntas y exclamaciones. Juanillo... ¿cómo sigue Carmen? Güena, grasias.

No se pueden leer las novelas de Flaubert, sobre todo, sin sentirse subyugado por aquella dicción pura y pintoresca que hace surgir ante nuestra vista tanta imagen graciosa, tanto cuadro brillante. Sin embargo, se ha abusado de esta cualidad feliz.