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Tengo yo un ojo... En fin, mucho cuidado». Y tornó a bajar con toda su oficiosidad y diligencia, dispuesto a subir cien veces si fuese menester. Guillermina estuvo aún un ratito en casa de su amigo, el cual no sabía qué hacerse al ver su pobre vivienda honrada con persona tan excelsa. Habría traído de San Ginés, si pudiera, el trono de la Virgen del Rosario, para que se sentara.

La señora Chermidy trató al duque por el mismo procedimiento. «A los rusos les sienta bien, pensaba; al viejo le sentará malFue víctima de la coquetería más odiosa que haya torturado jamás el corazón de un hombre. La señora Chermidy le persuadió de que le amaba, le Tas se lo juró, y si se hubiera contentado con palabras, habría sido el sexagenario más dichoso de París.

Si el proyecto de la Condesa de Husson marcha bien, he aquí algo que compensará mis pérdidas en Ascot pensó juiciosamente. Este rubí sentará deliciosamente en la mano de miss Maud. Haré rehacer el engaste con algunos brillantes; un anillo más relumbrante se armonizará mejor con su género de belleza.

4 Moren contigo mis desterrados, oh Moab; séles escondedero de la presencia del destruidor; porque el atormentador fenecerá, el destruidor tendrá fin, el hollador será consumido de sobre la tierra. 5 Y se dispondrá trono en misericordia; y sobre él se sentará firmemente, en el tabernáculo de David, quien juzgue, y busque el juicio, y apresure la justicia.

26 Y se sentará el Juez, y le quitarán su señorío, para destruir y para echar a perder hasta el fin; 28 Hasta aquí fue el fin de la palabra. Yo Daniel, mucho me turbaron mis pensamientos, y mi rostro se me mudó; mas la palabra la guardé en mi corazón. 1 En el año tercero del reinado del rey Belsasar, me apareció una visión a , Daniel, después de aquella que me había aparecido antes.

Entonces le rogué que se sentara a escucharme, y comencé la lectura. Cuando llegué a las últimas líneas me rogó, con los ojos humedecidos, que se las explicara. Las últimas líneas, anteriores a nuestro matrimonio, dicen así: »El Conde es más joven que papá: tiene cuarenta y cuatro años. Yo no si esto me agrada o me desagrada. »Yo se las he explicado como mejor he podido.

Entremos un poco en casa de Cuny; a Catalina y a Luisa no sentará mal tomar un trago, ni a los otros tampoco; así cobrarán ánimo. ¡Arre, Bruno! Marcos cogió al caballo de la brida... Se acababa de colocar en el trineo a dos hombres heridos.

Ah, señor, ¡qué fortuna que no haya partido! Tome esta carta. Reconocí la letra del señor Laubepin. Me decía en dos líneas que la señorita de Porhoet estaba gravemente enferma y que me llamaba. No me tomé sino el tiempo necesario para mudar caballos y me arrojé en la silla, después de haber decidido á Alain, no sin trabajo, á que se sentara frente á . Entonces lo aturdí á preguntas.

Invitele a que se sentara, lo cual hizo en la punta de una silla, como que no quería abusar de mi buena crianza, poniendo su sombrero debajo de una mesa a modo de florero o de escupidera. ¿Y qué es el caso? le pregunté; porque ha de advertir el lector que yo me perezco por los diálogos.

No lo esperábamos hasta dentro de un mes, y estará aquí dentro de doce días; se embarca pasado mañana en New-York en el Labrador... Y nosotras iremos a esperarlo al Havre... Saldremos de aquí pasado mañana, llevando a los niños, a quienes sentará muy bien pasar unos diez días a orillas del mar... ¡Cuánto se alegrará mi cuñado al conoceros!... Al conoceros... pero, si ya os conoce, tanto le hablamos de vos en todas las cartas.