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Venturita, sentada ya, se atracaba de aceitunas, tirando los huesos a su hermana y haciéndole guiños provocativos, mientras ésta, con las mejillas encendidas y los ojos brillantes, se llevaba el dedo a los labios pidiéndole discreción. Don Rosendo había ido a ponerse la bata y el gorro, sin los cuales le habría hecho daño la cena.

Un secreto le dijo a su madre, y luego le dijo: «¡Déjame irPero le dijo «caprichosa» su madre: «¿y tu muñeca de seda, no te gusta? mírale la cara, que es muy linda: y no le has visto los ojos azules». Piedad se los había visto; y la tuvo sentada en la mesa después de comer, mirándola sin reírse; y la estuvo enseñando a andar en el jardín.

Ella se hallaba sentada en el diván, cerca de la ventana, y mientras charlaba, se entretenía en reparar el desorden de la toilette de una princesa japonesa, muñeca de Bella, que yacía sobre un sillón, y Bettina la levantó maquinalmente. ¿Por qué se le ocurrió a Bettina hablarle de las dos jóvenes con quienes pudo haberse casado?

Poco después se ve ya á la barca en alta mar; el Orgullo lleva el timón, y los siete pecados capitales manejan los remos; el Alma, sentada sobre cubierta á una mesa brillante, á la cual cerca un coro de cantores, se solaza con caballeros y frívolas damas.

Bueno, bueno, vengo enseguida. Y fue al balcón derechamente. ¡Juan! ¿Y Ana? ¿Cómo está Ana? El balcón de la directora estaba ya vacío. Ya está bien: ya está bien. ¡Yo no sabía dónde estabas! Y volvemos ahora al pie de la magnolia, cuando ya llevaba días de sucedido todo esto, y Sol estaba en una banqueta a los pies de Lucía, sentada en un sillón de hierro.

No fue, sin embargo, hasta después del admirable cuadro que en el salón de 1875 expuso Jacques Fabrice, que su reputación quedó sentada cual hecho indiscutible; hasta entonces la fama de su competencia no había traslucido fuera de un limitado círculo de amigos y de admiradores, porque su trabajo, lento y concienzudo hasta la nimiedad, su gusto difícil, su horror a lo vulgar, en una palabra, su probidad artística, fueron causas que retardaron esa revelación brillante de su luminoso talento.

Yo debo manifestar dijo Ponte con honrada sinceridad , que no hace muchos días, pasando yo por la Plaza del Progreso, la vi sentada al pie de la estatua, en compañía de un mendigo ciego, que por el tipo me pareció... oriundo del Riff».

Sentada en el gran sillón, cerca de la cama de su padre, y no pudiendo en aquella oscuridad entregarse a ningún trabajo manual, pasaba estos momentos de ocio forzado, analizando los pensamientos nuevos que nacían en su espíritu.

Yo estaba sentada en la punta de una roca, triste y desesperada, porque mi último amante acababa de hacerse á la mar. La blanca vela de su bergantín se veía allá á lo lejos, como una motita próxima á desaparecer en la inmensidad de los mares.

Esas son tonterías, Ricardo... Mi enfermedad es mortal, y si no ya se vera... Mi marido no quiere creerlo; pero pronto se ha de convencer... No me quejo de mimo, no... ¡Ay, querido, si supieses lo que yo padezco sentada en esta butaca!