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Por consiguiente, a imitación de su modelo, había procurado sacar al alcalde de la senda del progreso, para introducirlo en la del conde de Almaviva; pero en primer lugar, como el alcalde era casado, habría sido difícil encontrar en Villamar una Rosina que hubiera querido pasar por aquel inconveniente.

Nunca fui un domingo; pero las tardes serenas de entre semana, la quieta y callada soledad, el sol tras el Avila, sonriente en la promesa del retorno, las mujeres del pueblo trepando lentamente a buscar el agua pura de la fuente, para bajar más tarde con el cántaro en la cabeza como las hijas del país de Canaán, los pájaros armoniosos, buscando a prisa sus nidos al caer la noche, el camino de la Guayra, esto es, la senda por donde se va a la luz y al amor, a Europa y a la patria, perdiéndose en la montaña, cruzada por la silenciosa y paciente recua cuya marcha glacial, indiferente, parece ser un reproche contra las vagas agitaciones del alma humana; todo ese cuadro delicado persiste en mi memoria en el marco cariñoso de los recuerdos simpáticos.

Cruzo la senda Sola y oscura, Dame un destello De tu alba luz. Soy árbol mustio, Quiero frescura, Soy desgraciado, Quiero ventura... Dámela . Como se ve, son simples cantares populares, ecos melancólicos y tristes, como si ese tinte del espíritu fuera el único rasgo que identifica a la especie humana bajo todos los climas y en todas las latitudes.

Pero, ¿dónde me divierto? ¡Ay de , desdichada! ¿Qué locura o qué desatino me lleva a contar las ajenas faltas, teniendo tanto que decir de las mías? ¡Ay de , otra vez, sin ventura!, que no me rindieron los versos, sino mi simplicidad; no me ablandaron las músicas, sino mi liviandad: mi mucha ignorancia y mi poco advertimiento abrieron el camino y desembarazaron la senda a los pasos de don Clavijo, que éste es el nombre del referido caballero; y así, siendo yo la medianera, él se halló una y muy muchas veces en la estancia de la por , y no por él, engañada Antonomasia, debajo del título de verdadero esposo; que, aunque pecadora, no consintiera que sin ser su marido la llegara a la vira de la suela de sus zapatillas. ¡No, no, eso no: el matrimonio ha de ir adelante en cualquier negocio destos que por se tratare!

Corre, revístete a escape de tus armas, monta a caballo y vete. Vertiendo muchas lágrimas de gratitud y besándole respetuosamente las manos, Plácido se despidió del abad y éste le abrazó y le bendijo. Dos horas después cabalgaba Plácido, solo y armado, por medio de un pinar espeso y por senda apenas trillada, que iba serpenteando junto a la orilla de un arroyo, entre cerros altísimos.

Pensaba sermonearla hasta quitarla todos los malos resabios y dirigirla por la senda de la más estrecha virtud. Con el motivo de ver a su hermana, Martín fué varias veces a casa de Ohando y habló con Catalina y doña Águeda. Catalina seguía hablándole de y doña Águeda manifestaba por él afecto y simpatía, expresados en un sin fin de advertencias y de consejos.

Además, veíamos a Villeta allí en el fondo, casi al alcance de la mano, tal era el efecto de perspectiva, y marchábamos tras la aldea que parecía alejarse a medida que avanzábamos. Como la senda es estrecha, no hay ni aun el recurso de la conversación, pues es necesario marchar uno a uno. Tan pronto atrás, tan pronto adelante, en todas partes mal.

Aquellos tiempos pasaron: pasó la conquista, pasó la independencia, y la América y la España se tienden hoy los brazos a través de los mares, porque ambas marchan por la misma senda, en pos de la libertad y del progreso.

Destinóse á celebrar el natalicio del infante, que después subió al trono con el nombre de Juan III, y tuvo tal éxito, que alentó al poeta á seguir con ardor la senda comenzada.

»No obstante esta respuesta, le volví á instar con otras razones más eficaces que Nuestro Señor me inspiró, que me dejase pasar siquiera á visitar al cacique de los pueblos del Poniente, dándome guías y quien me abriese alguna senda para poder pasar á la ligera.