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Ella misma á misma se promete Triunfos y gustos, sin tener asida A la calva ocasion por el copete. Su natural sustento, su bebida, Es aire, y asi crece en un instante Tanto, que no hay medida á su medida. Aquellas dos del placido semblante Que tiene á sus dos lados, son aquellas Que sirven á la maquina de Atlante.

Los que llevaban compañía, charlaban; los que iban solos, echaban pestes de vez en cuando, entre dientes, contra el barro. Sólo el cielo mostraba un semblante sombrío y melancólico, adecuado a las circunstancias. Recorrimos la calle de Hortaleza, y al llegar cerca del Saladero hallamos un gran montón de gente que invadía los alrededores y que nos detuvo.

Caía sobre una lluvia de rosas; tomé un precioso capullo que se había enredado en las crines de mi caballo y lo coloqué en el ojal de mi levita de uniforme. El General se sonrió con ironía. Yo le había dirigido frecuentes miradas, pero su impasible semblante no me revelaba si era o no de los míos.

La luz creciente no servía más que para esclarecer su semblante hosco. Se preparaba un día desapacible, como los que acostumbran a disfrutar los habitantes de Nieva la mayor parte del año.

El traje y porte de este Dios es puntualmente aquel en que la fantasía loca de los poetas representa á su Caronte, pálido el semblante, la frente horrorosa, sin cabellos la cabeza, cubierto de llagas é inmundicias el cuerpo, y por vestido un trapo con que cubrirse honestamente.

En su semblante animado parecía haberse descorrido un velo de niebla y sus movimientos, aunque llenos de calma y aplomo, no eran tan cansados y yertos como antes. Al subir ellos al tren, caía la tarde y el sol descendía con la rapidez propia de los crepúsculos del otoño.

Viendo los nuestros que las cosas estaban de tan mal semblante, resolvieron en la oscuridad de la noche retirarse hacia Santa Cruz de la Sierra y de aquí pasar á Pari, donde se había mudado la Reducción de San Francisco Xavier.

No podía negarse que las mejillas, generalmente pálidas de Magdalena, habían recobrado el color de la salud; pero este color, sobrado vivo quizá, se concentraba demasiado en los pómulos, dejando el resto del semblante envuelto en una palidez que dejaba trasparentarse una red de azuladas venas casi imperceptibles en otra persona cualquiera y que marcaba una huella sensible en el cutis de la joven.

«Efectivamente, Magdalena volvió a sentarse sin aparentar cansancio, y con semblante tranquilo y revelando alegría, se acomodó en el sillón. Yo comencé a retardar el compás y la vi inclinar hacia atrás la cabeza, y cerrar los ojos.

Una tarde, Julia se hallaba, como de costumbre, cosiendo al lado de la cama del enfermo; el cual dormía. Oyes, Julia dijo de pronto despertándose. ¿Quieres hacerme un favor? ¿Cuál? Léeme otra vez la carta de Maximina..... El día aquel no estaba yo para enterarme de nada..... Julia sonrió con semblante triunfal.